Jueves de la Semana 22 del
tiempo durante el año – Ciclo C
Insensato ante el mundo,
sensato ante Dios
Queridos hermanos y hermanas:
La primera lectura
del día de hoy (1Cor 3,18-23) nos
advierte: «¡Que nadie se engañe! Si
alguno se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser
realmente sabio». ¡Qué paradoja! Ser insensato ante el mundo para ser
sensato ante Dios.
Al
exhortarnos a hacernos insensatos ante el mundo para ser sensatos ante Dios, san
Pablo contrapone la “sabiduría mundana” a la sabiduría que proviene de Dios.
Sabiduría mundana
Pienso
que cada uno de nosotros podría sacar desde su propia experiencia ejemplos de “sabiduría
mundana”. En nuestro propio entorno la sabiduría mundana se manifiesta en
aquellas personas que constantemente buscan su propio provecho a costa de los
demás. El folclórico personaje del “letradito”
es ejemplo de ello. La sabiduría mundana engendra la corrupción.
Otro
ejemplo de sabiduría mundana lo constituye el mal uso del conocimiento
adquirido. A veces, personas preparadas intelectualmente utilizan sus
conocimientos para dañar a los demás en lugar de ayudarlas. O para jactarse de
saber más que otros. La soberbia también es un signo de sabiduría mundana.
Finalmente
la erudición vacía es también sabiduría mundana. Y sobre todo la erudición en
cuestiones religiosas puede volverse sabiduría mundana. El conocimiento
religioso se vuelve mundano cuando no se lo aplica a la vida cotidiana, sobre
todo cuando no se manifiesta como misericordia para con los demás.
Sabiduría de Dios
En cambio, la sabiduría que proviene de Dios, nace en
primer lugar de saber que le pertenecemos a Cristo Jesús (cf. 1Cor 3, 23). Pero este saber que somos
de Cristo es sobre todo un saber experiencial, es decir, nace del encuentro
personal con Cristo.
En segundo lugar, la sabiduría que proviene de Dios, nos
ayuda a reconocer en nuestra vida cotidiana que Dios es Dios. Aún más, «comienzo de la sabiduría es el temor de
Dios» (Pr 9,10); es decir, el
temor de Dios, el respeto por Dios, por su Nombre, por su presencia en nuestra
vida, nos ayuda a vivir una vida sabia, una vida de acuerdo con su Palabra.
Finalmente,
fruto de la sabiduría que proviene de Dios es un corazón puro, un corazón
sencillo y transparente que nos permite vivir en constante presencia de Dios: «¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y
permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el
corazón; el que no rinde culto a los ídolos» (Salmo 23, 3-4).
Pescador de hombres
Precisamente en el evangelio (Lc 5, 1-11) vemos cómo Pedro renuncia a su propia sabiduría –su experiencia
de pescador- para fiarse de la palabra de Jesús: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero
si tú lo dices, echaré las redes» (Lc
5,5).
María, trono de la Sabiduría |
A tal punto que, como Pedro, experimentaremos muy
concretamente que Dios es Dios en nuestra vida (cf. Lc 5,8-9). Sin embargo, al experimentar la sabiduría de Dios
en nuestras vidas, estamos llamados a
dar testimonio de ella ante los demás. También a nosotros se nos dirigen estas
palabras de Jesús: «No temas, de ahora en
adelante serás pescador de hombres» (Lc
5,10b).
En el santuario le pedimos a María, Madre de la Sabiduría, que nos eduque y nos conceda un corazón abierto a recibir la sabiduría de vida que proviene de Dios. Amén.
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