-“Benedicto
XVI renuncia al ministerio de Obispo de Roma…” -“¡¿Qué?!”…
Fue lo único que atiné a
decir cuando un hermano de comunidad me daba esta impactante noticia. Luego fui
corriendo a conectarme a internet para ver por mis propios ojos lo que sucedía.
Me sentía desconcertado… No lo esperaba, no lo imaginaba.
Es cierto que el Santo
Padre había dicho en una ocasión que si tomaba conciencia de que las fuerzas
necesarias para guiar a la Iglesia lo abandonaban, él renunciaría a su
ministerio como Sucesor de San Pedro. Sin embargo no lo esperaba…
Les confieso que todavía
no salgo de mi asombro y de cierta tristeza por esta suerte de “partida”… Es un
Papa que me ha marcado mucho… Prácticamente ha sido Obispo de Roma durante todo
mi tiempo de formación al sacerdocio (2005-2013).
Dios es amor
Personalmente lo descubrí
al leer su primera carta encíclica Deus
caritas est –Dios es amor- y su Mensaje para la Cuaresma de 2007: Mirarán al que traspasaron.
¿Cómo olvidar sus palabras
sobre lo que significa ser cristiano, sobre lo que significa el inicio del
cristianismo en nuestras vidas?
“No se comienza a ser
cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva.”[1]
Sus palabras habían puesto palabras a mi propia experiencia, a mi propia
búsqueda, o mejor dicho, a cómo Dios me encontró a mí aquel 18 de octubre del
2000 en Tuparenda cuando conocí Schoenstatt. “El encuentro con un acontecimiento,
con una Persona…”. Sí, es el encuentro con Jesucristo, misericordia del Padre,
lo que abre un horizonte nuevo a la vida, el horizonte inmenso del amor.
Luego de su primera encíclica fui descubriendo diversos escritos suyos: “Introducción al Cristianismo”, “El camino
pascual”, “Jesús de Nazaret”, y tantas homilías, discursos y enseñanzas.
Sí, definitivamente Benedicto XVI es el Papa Teólogo, el Papa de la razón y de
la palabra. De hecho, el mismo Benedicto XVI nos recordaba que el hombre puede aprender a “a percibir
entre las palabras la Palabra”[2], es decir, a Cristo mismo
la Palabra hecha carne (cf. Jn 1,
1.14).
Detrás
de las palabras el hombre
Y
creo sinceramente que si durante estos años de pontificado ha logrado
transmitirnos a Jesús con sus palabras y tímidos gestos –una sonrisa, una
mirada, un saludo con las manos-, eso se debe a que sus palabras y gestos nos
transmitían lo que lleva en su corazón, pues, “el hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno (…). Porque
de lo que rebosa el corazón habla su boca” (Lc 6,45).
Y
el corazón habla al corazón. Este anciano Pontífice ha logrado llegar al
corazón de muchos hombres y mujeres, incluso de los más jóvenes –cómo no
maravillarse ante el testimonio de los jóvenes que han estado con él en el
campo de Cuatro Vientos en la JMJ 2011-. Ha intentado incluso llegar al corazón
del hombre digital aventurándose a llevar a la Iglesia y el Evangelio de
Jesucristo a Facebook, Youtube y Twitter.
Y
es justamente al tomar conciencia de las posibilidades y exigencias de la era
digital –que acorta distancias y tiempos pero exige una reacción casi inmediata
a los sucesos cotidianos- que con humidad y lucidez nos dice:
"En el mundo de
hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran
relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar
el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu,
vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de
reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue
encomendado."[3]
Signos de los tiempos
Este gesto, esta decisión,
nos hablan de un hombre que en el sagrario de su conciencia y ante Dios, hace
un esfuerzo por leer e interpretar los signos de los tiempos, tal como nos lo
piden el mismo Jesucristo (Lc 12,54-56)
y el Concilio Vaticano II.
Finalmente Benedicto XVI
nos enseña que la Iglesia no es nuestra, sino de Jesucristo. Y si la Iglesia de
Jesucristo está en nuestras manos es porque el Señor nos la ha confiado como don
precioso para la humanidad.
La vocación que cada uno
de nosotros ha recibido por el Bautismo es un don, y la vocación que cada uno
de nosotros vive en la Iglesia, sea la del ministerio episcopal o sacerdotal,
la del matrimonio, la de la vida consagrada o laical, es un don. Y es un don
para vivirlo con toda la alegría y la belleza que ello implica, así como con toda
la seriedad de la misión que se nos ha confiado.
Benedicto
XVI me ha enseñado que el cristianismo es un don, un don para vivirlo con
alegría y compartirlo, y por eso quiero hoy expresarle mi gratitud con estas
palabras, con mi oración y con mi continuo compromiso de seguir amando con él a
la Iglesia de Jesucristo, seguir amando con él y con Cristo a los hombres y
mujeres que buscan un hogar en este don que es el cristianismo.
Oscar Iván Saldivar F., I.Sch.P.
[2]
BENEDICTO XVI, Discurso al mundo de la
cultura en el colegio de los Bernardinos. Disponible en: http://www.zenit.org/es/articles/discurso-de-benedicto-xvi-al-mundo-de-la-cultura
[3]
BENEDICTO XVI, Mensaje al Consistorio de
Cardenales del 11 de febrero de 2013. Disponible en: http://www.news.va/es/news/benedicto-xvi-anuncio-que-por-la-edad-avanza-renun