La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

miércoles, 15 de mayo de 2013

Soy amado y escogido, por eso soy apóstol, testigo del Resucitado

Soy amado y escogido, por eso soy apóstol, testigo del Resucitado

Queridos amigos:

La Liturgia de hoy (14.V.2013, fiesta de San Matías) nos regala un evangelio riquísimo en contenido. Una perícopa del Evangelio de Juan (Jn 15,9-17) que vale la pena leer y releer, una y otra vez, hasta que las palabras de Jesús se graben en nuestro corazón, hasta que las palabras de Jesús den forma a nuestra vida.

Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí

Me impresionan las palabras iniciales de este evangelio: “Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí” (Jn 15,9). Son las palabras del Maestro a sus discípulos en un contexto del todo especial… No olvidemos que el capítulo 15 del Evangelio según San Juan está inserto en la “cena pascual”, aquella que nosotros conocemos como “la última cena”. Es la hora de Jesús, “la hora de salir de este mundo para ir al Padre” (Jn 13,1).

Son palabras decisivas de Cristo en un momento decisivo. ¿Y qué les dice a sus discípulos antes de entregarse en la cruz? Les dice: “Yo los amo…”. A cada uno de sus discípulos –a los que entonces compartieron su cena pascual y a los que hoy compartimos su mesa eucarística- Jesús les dice: “Yo te amo”.

Me pregunto si dejamos que estas palabras de Cristo Jesús resuenen en nuestro corazón… Yo te amo. ¿Le tomamos el peso a estas palabras?

Permanezcan en mi amor

El Señor todavía nos hace un pedido más: “Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9). Es como si Jesús nos dijese: “no se olviden de que los amo, no duden, no teman…”. Permanezcan en mi amor. Pero este permanecer en el amor de Jesús no es una mera idea ni tampoco sólo sentimentalismo religioso. Hay un camino, una manera muy concreta de permanecer en el amor de Cristo: “Si guardan mis mandatos permanecerán en mi amor” (Jn 15,10). Y ¿cuál es el mandato de Cristo?: “Ámense unos con otros, como yo los amo a ustedes” (Jn 15,12).

¡Qué paradoja! Permanecemos en el amor de Cristo, experimentamos que somos amados, no tanto cuando recibimos muestras de amor sino cuando las damos… Cuando amamos, cuando salimos de nuestro propio yo hacia el encuentro del tú de los que nos rodean, entonces permanecemos en el amor de Cristo. Cuando compartimos las alegrías y tristezas de otros, cuando acompañamos a otros, cuando nos damos, entonces recibimos. “No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos” (Jn 15,13).

Soy yo quien los escogí a ustedes

         Todavía hay algo más que quisiera compartir con ustedes. En este evangelio el Señor no sólo nos vuelve a decir “te amo”, sino que también nos recuerda que Él nos ha escogido, Él nos ha elegido (cf. Jn 15,16).

          Queridos amigos, cada uno de nosotros es amado, cada uno de nosotros es escogido, y cuando en nuestra vida cotidiana vivimos de este amor y de esta elección, entonces somos apóstoles, testigos de que Cristo ha resucitado en nuestras vidas.

           Dejémonos amar por Cristo, para que así amemos a nuestros hermanos. Amén.