La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

miércoles, 14 de febrero de 2024

Miércoles de Ceniza – 2024

 

Miércoles de Ceniza – 2024

 

Tiempo de conversión, tiempo de libertad

 

Queridos hermanos y hermanas:

            Una vez más nos disponemos a iniciar el tiempo cuaresmal con la celebración del Miércoles de Ceniza. Nuevamente el calendario litúrgico nos pone en el umbral de la Cuaresma, y así, en camino hacia la Pascua del Señor.

            Si bien año a año celebramos el inicio de la Cuaresma con esta Eucaristía y con el rito de la bendición e imposición de la ceniza, siempre de nuevo es necesario preguntarnos: ¿Cómo queremos vivir el tiempo cuaresmal? ¿Hacia dónde queremos dirigir nuestros pasos, y sobre todo nuestro corazón, durante el itinerario cuaresmal?

Tiempo de conversión, tiempo de libertad

            Sabemos que la Cuaresma «es el tiempo favorable, es el día de la salvación» (cf. 2Co 5, 20 – 6,2), pues es la oportunidad de buscar nuevamente la conversión. “Dios no se cansa de nosotros”[1], por eso nuevamente nos dice: «Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras.» (Joel 2, 12 - 18).

            Sí, nuestro buen Dios no se cansa de nosotros; y por ello una vez más nos llama, nos invita, nos pide volver a Él de todo corazón. Por eso queremos vivir la Cuaresma como un tiempo de conversión. Un tiempo donde volvamos a escuchar la voz de Dios en nuestros corazones, esa voz que nos invita a volver; esa voz que nos llama a retornar al hogar, al corazón del Padre.

            Si para nosotros, el tiempo de Cuaresma es el tiempo de volver al Padre; para el Padre Dios, el tiempo de Cuaresma, es el tiempo en que Él « se conmueve profundamente, corre a nuestro encuentro, nos abraza y nos besa» (cf. Lc 15, 20), tal como lo hace el Padre de la parábola del hijo pródigo.

            Sin embargo, todavía debemos hacernos una pregunta más; todavía debemos cuestionar nuestra conciencia y nuestro corazón. ¿En qué consiste la conversión? ¿De qué necesitamos convertirnos?

            En su mensaje para la Cuaresma 2024, el Papa Francisco nos señala que la Cuaresma “es tiempo de conversión, tiempo de libertad”.[2] Por lo tanto, la conversión consiste en ser libres, en buscar la auténtica libertad.

            Dice el Papa: “Cuando nuestro Dios se revela, comunica la libertad: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). (…) Del mismo modo que Israel en el desierto lleva todavía a Egipto dentro de sí ―en efecto, a menudo echa de menos el pasado y murmura contra el cielo y contra Moisés―, también hoy el pueblo de Dios lleva dentro de sí ataduras opresoras que debe decidirse a abandonar.”[3]

            Sí, dentro de nosotros mismos, en nuestros propios corazones, llevamos ataduras que nos impiden ser libres; cadenas que nos sacan la libertad, la alegría y la capacidad de amar generosamente.

            Así, la Cuaresma entendida como tiempo de libertad consiste entonces en mirar nuestro propio corazón, mirar nuestra propia vida con honestidad, para reconocer cuáles son las cadenas y ataduras que debemos abandonar para vivir con Cristo en «la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8, 21).

            Al recibir hoy la ceniza como señal de penitencia y de inicio de un camino hacia la libertad; por un lado vayamos meditando qué situaciones, qué actitudes, qué ataduras estoy llamado a abandonar; y, por otro lado, pidamos la gracia de que en este tiempo el Señor Jesús vuelva a hablarnos al corazón, para darnos la fuerza de abandonar la esclavitud del pecado y así abrazar la libertad del amor.

            A María, que supo dar su sí libremente al plan de Dios, le pedimos que nos acompañe en este tiempo cuaresmal, en este tiempo donde buscamos la libertad, para que su presencia maternal nos ayude día a día a elegir la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Amén.

 

P. Óscar Iván Saldívar, P.Sch.

Rector del Santuario de Tupãrenda – Schoenstatt

14/02/2024



[1] FRANCISCO, Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2024

[2] Ibídem

[3] Ibídem