La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

domingo, 21 de junio de 2020

Ver el corazón de Jesús


Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Mt 11, 25 – 30

Ver el corazón de Jesús

Queridos hermanos y hermanas:

            Celebramos hoy la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. También hoy la Iglesia nos invita a una jornada de oración por la santificación de los sacerdotes. Probablemente esto se debe a la hermosa expresión del santo cura de Ars: “el sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”.[1]

            Pero volvamos nuestra mirada al Sagrado Corazón de Jesús. ¿Qué nos dice la Liturgia de la Palabra respecto del corazón de Jesús? Partamos del texto evangélico (Mt 11, 25 – 30).

«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra»

            «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños» (Mt 11, 25).

            Dios revela el corazón de su Hijo a los pequeños… No a los que se tienen por sabios, por justos, por dignos: no a los que se creen y se muestran auto-suficientes. Sino a los que se saben y experimentan pequeños, frágiles y necesitados de ayuda.

           
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús 
en el Santuario Original.
Schönstatt, Vallendar, Alemania; 2020.
La primera lectura (Dt 7, 6 – 11) nos dice que ese es el criterio de elección y predilección de Dios: «El Señor se prendó de ustedes y los eligió, no porque sean el más numeroso de todos los pueblos. Al contrario, tú eres el más insignificante de todos» (Dt 7, 7).

            ¡Qué palabras más fuertes y a la vez consoladoras! Qué bien nos haría tomarlas en serio, creer en esta palabra que Dios nos dirige, creer en el criterio de predilección de Dios: «has revelado estas cosas a los pequeños»; «el Señor se prendó de ustedes y los eligió».

            Sí, animémonos a creer que el corazón de Jesús nos ama; el corazón de Jesús late de amor por nuestra pequeñez; Él quiere acoger nuestra pequeñez en su corazón.

Ver el corazón de Jesús

            Por lo tanto, para ver el corazón de Jesús, tenemos que ser capaces de reconocer nuestra pequeñez y mostrarle nuestro pequeño corazón a Dios: con sus anhelos y debilidades; con sus carencias y capacidades; con sus temores y esperanzas; con sus aciertos y errores, incluso con sus pecados.

            Mostrándole a Dios nuestro humano corazón, aprenderemos a percibir el sagrado corazón de Jesús como corazón paciente y manso donde encontrar ternura, consuelo y descanso (cf. Mt 11, 28 – 29).

            Y entonces podremos hacer nuestras las palabras de la Primera Carta de Juan: «hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4, 16).

            A María, Madre de corazón inmaculado, le pedimos que nos enseñe a ser pequeños para así conocer el corazón de Jesús, para así conocer el amor de Dios y creer en él. Amén.


P. Oscar Iván Saldívar F., I.Sch.P.

Santuario Original - Schönstatt, Vallendar, Alemania

20 de Junio de 2020


[1] Catecismo de la Iglesia Católica, 1589