Celebración
en honor a María Auxiliadora
Santuario
María Auxiliadora – Asunción
5° día del Novenario
“Caminando
con María, buscamos el bien común”
Queridos
hermanos y hermanas:
Con gran alegría, un año más,
estamos viviendo el Novenario en
honor a María, Madre y Auxiliadora de los cristianos. Con gran alegría y con
gran anhelo, queremos preparar nuestros corazones al día de gracias del 24 de Mayo, día de María, Auxiliadora de los cristianos.
Desde este santuario mariano estamos
invitados a vivir nuestra fe y nuestro Bautismo
cristiano “caminando con María para ser fermento de un nuevo Paraguay”;
fermento de un Paraguay, que de la mano de María Santísima, llegue a ser Nación de Dios[1] donde reinen la verdad, la justica y el
amor.
Caminando
con María
Cada día de este Novenario es como un caminar con María.
Con Ella, de su mano y siguiendo los pasos de Jesús, vamos caminando hacia el
día de gracias del 24 de Mayo, hacia
la profunda renovación de nuestra vocación cristiana.
La imagen del camino, del caminar
con María detrás de Jesús, es también una referencia clara al proceso sinodal
que está viviendo la Iglesia. En ese sentido, el camino no es solamente una
imagen, sino una invitación a vivir nuestra fe y nuestra vocación cristiana en
la experiencia del caminar juntos, como Iglesia, como Pueblo de Dios, como
hermanos.
Sin embargo, es bueno que nos
preguntemos: ¿qué significa concretamente la insistente invitación a la sinodalidad que nos hace el Papa
Francisco? Pienso que no se trata solamente de tener una claridad intelectual
respecto de la sinodalidad; sino que se
trata más bien de hacer experiencia de sinodalidad.
Y desde la experiencia tomar conciencia de lo que ella significa, implica y
aporta a nuestra vida de fe.
Imagen Auxiliar de la MTA
Mater Ter Admirabilis
Santuario María Auxiliadora - Asunción
Precisamente el Novenario en preparación a la Solemnidad
de nuestra Madre, María Auxiliadora, es una oportunidad, tanto para ganar
claridad respecto de la sinodalidad y
lo que ella significa, como para hacer experiencia de sinodalidad –de caminar juntos- y tomar conciencia de todo lo que
la vivencia de la sinodalidad aporta
a nuestra fe y a nuestra vida.
En efecto, el hecho de estar
reunidos para celebrar esta Eucaristía
es un signo de sinodalidad; las
vivencias que tenemos como peregrinos de este Santuario o como parroquianos de
esta parroquia, son signos concretos de sinodalidad;
signos concretos de la naturaleza misma de la Iglesia y de la fe cristiana.
Desde el mismo Bautismo somos llamados e incorporados a Cristo en un pueblo, en el
Pueblo de Dios; en una comunidad, la
Iglesia de Cristo. “En la fe de la comunidad cristiana cada uno recibe el
bautismo, signo eficaz de la entrada en el pueblo de los creyentes para
alcanzar la salvación.”[2]
Desde el inicio, nuestra fe y nuestra vida es con otros, es con y en el “nosotros” de la Iglesia.
Por ello, en estos días del Novenario aprovechemos la oportunidad de
renovarnos en nuestro arraigo a Cristo, en la Iglesia, en María, en los
hermanos; en la comunidad concreta en la que, con alegrías y desafíos, vivo mi
fe. En estos días de gracia, desarrollemos el “gusto espiritual de ser pueblo”;
volvamos a descubrir que Jesús “nos toma de en medio del pueblo y nos envía al
pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia.”
Sí, “la Palabra de Dios (…) nos invita a reconocer que somos pueblo: «Ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora
son el Pueblo de Dios» (1Pe 2,10)”.[3]
Buscamos
el bien común
Por lo tanto, si “la misma profesión
de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario”[4];
si nuestra misma vocación bautismal es íntimamente personal y eclesial, comprendemos
que como discípulos de Jesús e hijos de María Auxiliadora, estamos llamados a
buscar el bien común. Comprendemos que “desear el bien común y esforzarse por
él es exigencia de justicia y caridad”[5]
cristiana.
El bien común es el “bien relacionado con el vivir social de las
personas (…). Es el bien de ese “todos nosotros”, formado por individuos,
familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social. No es un bien
que se busca por sí mismo, sino para las personas que forman parte de la comunidad
social, y que sólo en ella pueden conseguir su bien realmente y de modo más
eficaz.”[6]
Por lo tanto, buscar el bien común es salir de nuestro propio
yo, salir de nuestros encierros, indiferencias y comodidades, para ir al
encuentro de los demás y sus necesidades. La búsqueda del bien común nos ayuda a evitar la tentación de caer en un cómodo e
irreal intimismo espiritual o devocional, donde todo lo que cuenta es sentirme
bien conmigo mismo olvidando a los demás –y en último término al mismo Cristo
presente en los más pequeños-.
Un auténtico hijo de María sabe salir al encuentro de
las necesidades y carencias de sus hermanos. Un auténtico hijo de María, sabe
que “su ser madre hace que siempre sea Auxiliadora de todos sus hijos, [sabe
que] a ella le interesa el bienestar de todos.”[7]
Por lo tanto, si la Madre es Auxiliadora de todos, también los hijos debemos
ser auxiliadores de todos.
Por ello, buscar el bien común con María implica también “promover a todos los hombres
y a todo el hombre”[8];
es decir, el bien común tiene una
dimensión social –“todos los hombres”-, pero también una dimensión
antropológica –“a todo el hombre”-. Trabajar por el bien común de todos, trabajar por el bien de nuestros hermanos, es
construir la ciudad del hombre
“haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios
sin barreras”[9];
pues, “la acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada
por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la
familia humana.”[10]
¡Qué hermosa es la vocación cristiana! ¡Qué hermosa es
la auténtica vocación de la Iglesia: Pueblo
de Dios y anticipo de la Jerusalén celestial!
Anhelando renovar nuestra vocación bautismal, y
comprometiéndonos en la edificación de nuestra Patria como Nación de Dios, miramos a María, Madre y Auxiliadora de los
cristianos, y le decimos:
“Madre mía, me
pides el corazón.
Lo necesitas
para construir un nuevo Paraguay.
¡Sí, te lo
doy! Que ya no sea mío, sino tuyo.
Que sea de mi
familia, de mi Iglesia, de mi Patria.
Que te
pertenezca y se asemeje al corazón santo
de Roque
González de Santa Cruz.
María,
remolino de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
lleva mi
corazón consagrado
hasta el
corazón mismo de Dios Trino,
para que nazca
Cristo de nuevo en todos los paraguayos.
María, Auxilio
de los cristianos:
ruega por
nosotros, te damos el corazón. Amén.”[11]
P. Óscar Iván Saldívar, P.Sch.
Rector del Santuario de Tupãrenda – Schoenstatt
19/05/2023
[1] El ideal o lema de la Familia de Schoenstatt en Paraguay es: Nación de Dios, corazón de América.
[2] BENEDICTO XVI, Porta fidei,
10.
[3] Cf. FRANCISCO, Evangelii Gaudium,
268.
[4] BENEDICTO XVI, Porta fidei,
10.
[5] BENEDICTO XVI, Caitas in veritate,
7.
[6] Ibídem
[7] SOR VENANCIA GONZÁLEZ, FMA, Caminando
con María para ser fermento de un nuevo Paraguay. Novenario en honor a María
Auxiliadora de los cristianos, Reflexión del 19 de Mayo de 2023.
[8] PABLO VI, Populorum Progressio,
14.
[9] BENEDICTO XVI, Caritas in veritate,
7.
[10] Ibídem
[11] Cf. MOVIMIENTO APOSTÓLICO DE SCHOESNTATT, PARAGUAY, Oración María de la Trinidad.