Santuario
María Auxiliadora – Asunción
7° día del Novenario
“Yo
te daré la Maestra de acción de gracias al Creador”
35° aniversario de la dedicación del templo
Queridos
hermanos y hermanas:
En el contexto del Novenario
en preparación a la solemnidad de María
Auxiliadora, celebramos hoy el trigésimo quinto aniversario de la
dedicación de este templo.
Al hacerlo, recordamos
“con inmenso gozo la dedicación del santuario de María Auxiliadora de la ciudad
de Asunción, un 21 de mayo de 1989, de manos de Monseñor Ismael Rolón, entonces
Arzobispo de Asunción”.[1]
Por eso es muy
apropiado que el lema que nos acompaña en este día del Novenario nos invite a la gratitud: “Yo te daré la Maestra de acción de gracias al Creador”.
Yo te daré la
Maestra
Queremos asumir las palabras: “Yo te daré la Maestra”, como si fueran dirigidas a cada uno de nosotros
de forma personal, y a la vez, a toda la comunidad de fe que se reúne en este
Santuario.
En realidad, a cada cristiano, a cada bautizado, María
es ofrecida como Madre y Maestra. En cada uno de nosotros, en algún momento de
nuestras vidas, se actualizan las palabras contenidas en el Evangelio según san Juan:
«Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a
quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo».
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y
desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.» (Jn 19, 26
– 27).
Sí, cada uno de nosotros, en un momento de gracia
recibe a María como Madre y Maestra; la hace propia y la recibe en su corazón.
Y así se deja educar por Ella, para que en cada uno de nosotros se forme la
imagen de Cristo Jesús. La misión de María en la Iglesia es educar a cada uno
de los bautizados a semejanza de su hijo Jesús.
Yo te daré la Casa de oración
Y precisamente en una «Casa de oración» como es este Santuario
dedicado a María Auxiliadora, es donde podemos experimentar que Jesús nos
confía al cuidado de su Madre, es donde podemos escuchar en nuestros corazones
las mismas palabras que escuchó san Juan Bosco: “Yo te daré la Maestra”.
Todo santuario mariano es siempre casa y escuela. Es casa, es hogar, porque allí se encuentra la Madre de Dios y Madre nuestra. Decía el Papa Francisco en la Basílica Santuario de Caacupé: “En un santuario los hijos nos encontramos con nuestra Madre y entre nosotros recordamos que somos hermanos. Es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. (…) Venimos siempre con nuestra vida, porque acá se está en casa y lo mejor es saber que alguien nos espera.”[2]
Santuario María Auxiliadora Arquidiócesis de Asunción Mayo 2024 |
La casa de María es siempre también
escuela de vida y de fe; lugar donde Ella no sólo nos cobija, sino que además,
nos educa, nos transforma y nos envía.
Todo santuario mariano es siempre
lugar privilegiado de la acción pedagógica de la Santísima Virgen María. Ella
nos educa al menos de tres maneras en un santuario. En primer lugar, nos educa
por medio del ambiente mariano que se vive y se irradia en todo santuario.
Ambiente de paz, de serenidad, de oración y de amor.
Nos educa por medio de su presencia
en los santuarios; por medio del amor. Es decir, cuando nos vinculamos a María
y la amamos sinceramente, vamos asemejándonos a Ella. Vamos adquiriendo sus
actitudes marianas, sus gestos, sus palabras, tal cual nos transmiten los Evangelios.
Finalmente, en todo santuario
mariano, María nos educa con nuestra propia colaboración; es decir, por medio
de la auto-educación. Ella nos da la lucidez y la humildad para ver en nosotros,
aquello que necesita ser transformado, convertido a Jesús. Ella nos da la
fortaleza y la esperanza para día a día educarnos a nosotros mismos venciendo
nuestra pereza y egoísmo. Ella nos enseña a caminar por la vida tal como Ella
misma lo hizo: “fuerte y digna, sencilla y bondadosa; repartiendo amor, paz y
alegría.”[3]
Acción de gracias al Creador
Por
ello, hoy, en esta «Casa de oración»,
en este Santuario mariano, casa y escuela del Pueblo de Dios, queremos dar
gracias a Dios, nuestro Padre Creador.
Sí, queremos
agradecerle por el gran don de la fe cristiana; por habernos llamado en Cristo
a ser sus hijos e hijas; por el gran don de la redención en Cristo. Queremos
agradecerle por el gran don de habernos hecho pueblo, pueblo de su propiedad en
la Iglesia. Queremos agradecerle el gran don de la maternidad de María
Santísima. ¡Qué sería de nosotros sin Ella, sin su cuidado y educación
maternal!
Así
es queridos hermanos y hermanas; Dios, nuestro Padre, en el Bautismo nos ha hecho hijos suyos; y al
hacerlo, nos ha regalo una identidad y vocación filial; nos ha regalado un
hogar y una misión, y nos ha regalado una Madre y Maestra.
En esta Eucaristía, elevamos al Padre por Cristo en el Espíritu Santo, una
sincera y jubilosa acción de gracias por los dones del Bautismo, la Iglesia, y María. Con esta Liturgia le decimos: “Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso.”[4]
Que
desde este Santuario, consagrado como lugar de culto y bendecido con la
presencia maternal de María, suba como incienso, nuestra oración de gratitud y
alabanza:
“El universo entero
con gozo glorifique al Padre,
le tribute honra y alabanza
por Cristo con María
en el Espíritu Santo,
ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.”[5]
P. Óscar
Iván Saldívar, I.Sch.
Rector del Santuario de Tupãrenda – Schoenstatt
21/05/2024
[1] Cf. P. NILO ZARATE, SDB, Yo te daré la Maestra. Novenario en honor a María Auxiliadora de los
cristianos, Reflexión del 21 de Mayo de 2024.
[2] PAPA FRANCISCO, Homilía, Misa en la explanada
del santuario mariano de Caacupé, 11 de julio de 2015.
[3] P. JOSÉ KENTENICH, Hacia el Padre,
609.
[4] MISAL ROMANO, Himno Gloria a Dios
en el Cielo.
[5] P. JOSÉ KENTENICH, Hacia el Padre,
185.