Vida en Alianza, cultura de Alianza
El 18 de octubre hemos celebrado un aniversario más de la Alianza de Amor con María, esa primera Alianza que sellaron el P. Kentenich y los primeros con María en la “pequeña capillita” -¡el aniversario número 97!- y hemos, sin duda, celebrado también nuestra propia Alianza de Amor con María, esa Alianza que en un día de gracias sellamos con Ella.
¿Qué celebramos cuando celebramos la Alianza de Amor con María? Celebramos esa experiencia fundamental en la cual cada uno de nosotros se entrega totalmente a María, y Ella nos acoge, nos cobija. Esa es la experiencia fundamental de cada uno: nos entregamos y Ella nos acoge. Entrega y cobijamiento. Sin duda que este 18 de octubre muchos recordamos nuestras propias alianzas... Recordamos esa fecha especial, el Santuario donde la sellamos, las personas que nos prepararon y que en ese día nos acompañaron. Sin duda recordamos también algún gesto especial que nos hizo la Mater ese día, un saludo de su parte a través de una persona, una palabra o un hecho que a la luz de la fe significó para nosotros un saludo especial de María y de Dios.
Pero la Alianza de Amor con María no se queda solamente en eso... No se trata solamente de “sellar” una Alianza con María, no se trata solamente de “tener” una Alianza con María, sino que se trata de vivir en Alianza.
Vivir en Alianza
Vivir en Alianza con María es un aprendizaje constante... Aquello que realizamos en esa hora de gracias -esa entrega total- lo debemos renovar una y otra vez. Y no me refiero a renovar una oración o un rito, sino sobre todo a renovar una actitud, una manera de vivir. Nuestra oración de Alianza está llamada a hacerse vida.
Vivir en Alianza significa aprender a entregar confiado mis cruces, mis limitaciones y debilidades; entregar también mis capacidades y anhelos; y porque entrego entonces soy capaz de asumir la misión de María. Porque me entrego a Ella, puedo asumir su misión: la cultura de Alianza. Como verán se trata de una nueva manera de vivir. Se trata de renunciar a nuestra autosuficiencia, a nuestro querer poder hacer solos las cosas... La Alianza implica esa debilidad nuestra, nuestra limitación; y esa limitación entregada se convierte en oportunidad para una relación hermosa y dinámica: la Alianza de Amor con María. Ella nos regala la experiencia de que podemos, no porque podemos solos, sino porque Ella está con nosotros.
Cultura de Alianza
Y así en todas las dimensiones de nuestra vida: la vida personal, la vida de oración, la vida familiar, el estudio, el trabajo, la vida en sociedad, la vida del país. De esa relación personal, hermosa y dinámica con María, surge una nueva dinámica: “puedo, no porque pueda solo, sino porque Tú estás conmigo”.
Y esa misma dinámica es la que estamos llamados a vivir con las personas que nos rodean. Desde la Alianza de Amor con María se trata de aprender a vivir en Alianza con los que nos rodean: con nuestros familiares, compañeros de trabajo y de estudio, con los vecinos, e incluso con los que tienen la responsabilidad de conducir nuestro país. Vivir en Alianza con otros implica aprender a confiar, entregar confianza, entregar capacidades y límites, estar dispuestos a comprometernos con otros, sabiendo que de la alianza con los demás puede surgir una dinámica nueva que genere una nueva vida para todos.
Nos cuesta aprender a vivir en Alianza, nos cuesta aprender a vivir en lo cotidiano aquello que con tanta fe vivimos con María. Y la verdad es que, para que sea fecunda nuestra Alianza de Amor con María, para que sea fecundo nuestro vivir en Alianza, se debe plasmar en una cultura de Alianza, una cultura de la confianza, la apertura y el trabajo en equipo. Sólo en Alianza lograremos vivir nuestra misión: Nación de Dios, corazón de América (ideal nacional de la Familia de Schoenstatt de Paraguay).
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