¡Tenemos Papa Francisco!
Queridos amigos y
amigas:
El día de ayer (13
de marzo), día de la elección del nuevo Papa ha sido un intenso y emocionante
día.
Desde el Colegio
Mayor P. José Kentenich –en Santiago de Chile- lo vivimos como un momento de sorpresa,
de alegría y de gran esperanza. Para ser sinceros no esperábamos que la fumata de la tarde de ayer fuese blanca,
sin embargo, a las 15:05 hora de Chile la famosa chimenea de la Capilla Sixtina
nos sorprendía al despedir grandes bocanadas de humo blanco que anunciaban a
Roma y al mundo la elección de un nuevo Papa, de un nuevo Obispo de Roma y
Vicario de Cristo.
Con emoción sonó
también la campana de nuestro Santuario Sión de la Trinidad, había que
compartir esta gran alegría –gaudium magnum-.
De a poco fuimos reuniéndonos en torno al televisor para conocer a nuestro
nuevo Papa y escucharlo.
Un momento de
sorpresa
A medida que
veíamos cómo la gente se acercaba a la plaza de San Pedro en Roma, crecía
también nuestra expectación. “¿A quién habrán elegido?”, “¿será italiano o norte
americano?”, “¿de Milán, Boston, Sao Paulo, o de la Curia?”. Como lo eligieron relativamente
rápido –en la quinta votación del Cónclave- muchos pensamos que podría ser
alguno de los “papables” que tanto habían mencionado los medios de comunicación.
Grande fue nuestra
sorpresa, cuando un anciano cardenal proto-diácono hizo el anuncio con la
conocida fórmula en latín: “Annuntio vobis
gaudium magnum; Habemus Papam: Eminentissimum ac reverendissimum Dominum,
Dominum Georgium Marium Sanctae
Romanae Ecclessiae Cardinalem Bergoglio,
qui sibi nomen imposuit Franciscum”.[1]
“¡Es Bergoglio!”, “¡es argentino!”, “¡es latino americano!”. Estos fueron algunos de los gritos llenos de sorpresa y de alegría. Sinceramente no lo esperábamos, no lo podíamos creer. Para nuestra gran sorpresa Latino América ofrecía a la Iglesia universal un Sucesor de Pedro.
Un momento de
alegría
A la sorpresa
sucedió pronto la alegría al ver salir por el balcón de la logia de la basílica de San
Pedro al nuevo Papa, a nuestro Papa, vestido sencillamente con la sotana
blanca, característica de los Romanos Pontífices.
Fue una gran alegría escuchar su voz y sus primeras
palabras: “Hermanos y hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a
Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del
mundo..., pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de
Roma tiene a su Obispo. Gracias.”[2] Aquí tenemos a un hombre que sencillamente
saluda al pueblo de Roma –y al mundo- presentándose como Obispo de Roma, como pastor de aquellos que lo esperan. Su
actitud en esta primera aparición pública impresiona, denota ya la llaneza y la
sencillez que ya la elección del nombre papal anuncia.
Un gesto que
personalmente agradezco muy sinceramente fue el recuerdo a “nuestro Obispo
emérito, Benedicto XVI”, pidió
que “oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo
proteja.”[3]
También nosotros, en casa, a través de la televisión -pero sobre todo a través
de una profunda comunión- nos unimos a Él y a tantos en San Pedro y el mundo,
en ese momento de oración. ¡Qué impresionante! Ésta es la Iglesia viva: la
Iglesia se orienta por la oración, por el ponerse en la presencia de su Señor.
Un
momento de esperanza
Finalmente un
gesto impresionante de nuestro Papa Francisco. Antes de dar la bendición Urbi
et Orbi, Él, Obispo de Roma, pide a los fieles que oren por él y se inclina
con sencillez para recibir la oración del pueblo de Dios por su pastor: “Y
ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que
el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me
bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo.”[4]
Cuando rezamos
por Él, en mi corazón le pedí a Cristo -quien nos ha regalado este pastor para
este tiempo- que le infundiera valentía para su ministerio, que le hiciera
sentir su cercanía y sobre todo que todos los cristianos le demos nuestro
afecto, colaboración y obediencia.
Empezamos con él
una nueva etapa del camino multisecular de la Iglesia, un camino que Él ha
descrito como “un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre
nosotros”[5].
La esperanza
vuelve una vez más a renacer, porque esperamos y confiamos, en que con ayuda de
nuestro Papa Francisco podremos una vez más ponernos en camino para aprender a
vivir el Evangelio. Personalmente pienso que este Papa querrá enseñarnos no
sólo con sus palabras sino sobre todo con sus gestos y opciones, tendremos que estar
atentos y abiertos. El Señor Jesús nos sorprende nuevamente y nos invita a
ponernos en camino.
Finalmente, aquí en el Colegio Mayor, todos acudimos a nuestros Santuario para poner en manos de María, nuestra
Madre, Madre de Dios y de la Iglesia, a Francisco, nuestro Obispo de Roma, nuestro Papa. Papa
Francisco, rezamos por ti, rezamos por vos.
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