La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

lunes, 1 de noviembre de 2021

«¿Cuál es el primero de los mandamientos?»

 

Domingo 31° del tiempo durante el año – Ciclo B – 2021

Mc 12, 28b – 34

«¿Cuál es el primero de los mandamientos?»

 

Queridos hermanos y hermanas:

            “El Evangelio de hoy (Mc 12, 28-34) nos vuelve a proponer la enseñanza de Jesús sobre el mandamiento más grande: el mandamiento del amor, que es doble: amar a Dios y amar al prójimo.”[1] El texto evangélico inicia con la pregunta de un escriba a Jesús: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?» (Mc 12, 28).

Comentaristas de la Sagrada Escritura señalan que había “613 preceptos de la ley del AT”[2]; probablemente estos preceptos pretendían ayudar al cumplimiento fiel de los mandamientos de Dios codificados en la Ley de Moisés.

Sin embargo, se trataba de una gran cantidad de preceptos, y en la multitud de los mismos se corría el peligro de olvidar el sentido profundo de los mandamientos de Dios. Por lo tanto, es comprensible la pregunta del escriba. De hecho, el intercambio que se desarrolla en la perícopa evangélica pareciera ser un auténtico diálogo entre maestros sobre la cuestión del «mandamiento más grande» (Mc 12, 31).

«¿Cuál es el primero de los mandamientos?»

            Ante la pregunta del escriba y su sincero deseo de aprender, Jesús responde uniendo en una respuesta dos citas del Antiguo Testamento, Deuteronomio 6, 4 – 5: «Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas»; y, Levítico, 19, 18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

            Por lo tanto, la novedad de Cristo consiste en señalar lo que podríamos llamar la “organicidad del amor”; es decir, la íntima unión y correlación entre el amor a Dios y el amor al prójimo.

           

Visita de la Virgen de Caacupé
31 de octubre de 2021
Foto: Equipo de Comunicaciones del Santuario 

En efecto, el amor a Dios brota del amor que Dios nos tiene a nosotros. “Puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.”[3]  

Es decir, el amor que Dios nos tiene –al amor que Dios nos ha mostrado en Jesús- es la fuente de todo amor. Y esta fuente nos lleva a responder al amor de Dios con amor: amor a Él, manifestado en la vida de oración y en la Liturgia; amor al prójimo, manifestado en la misericordia y en la ternura; amor a nuestras tareas y ocupaciones, manifestado en el fiel cumplimiento de nuestros deberes de estado; amor  a uno mismo, expresado en una sana autoestima y valoración.

Así contemplado el mandamiento del amor, su fuente y su alcance, podríamos decir que se trata de la santidad de la vida diaria, es decir, de “la armonía agradable a Dios entre la vinculación hondamente afectiva a él, al trabajo y al prójimo en todas las circunstancias de la vida.”[4]

Por lo tanto, la tarea de nuestra vida es aprender a amar. Pero el secreto está en percibir primeramente el amor que Dios nos tiene. Sólo quien se cree y se sabe amado, puede a su vez amar, puede responder al amor recibido, donando amor a su vez.

Cada día deberíamos examinarnos en el amor, en dos sentidos: en primer lugar preguntándonos en oración: “¿Dónde me amó Dios hoy? ¿En qué persona o circunstancia de la vida, Dios me manifestó su amor?”; y, en segundo lugar, preguntándonos: “¿Dónde amé hoy? ¿En qué circunstancia concreta, a qué persona concreta amé? ¿Dónde puedo amar más y mejor?”.

Pero no olvidemos que este “examen del amor” parte del tomar conciencia de que Dios nos ama, y que por ello queremos amarle en el corazón y en nuestros hermanos.

Así, el gran mandamiento del amor se convertirá para nosotros, en primer lugar en una experiencia de amor, y por ello, en segundo lugar, en una constante que nos impulsa a amar siempre, en todo y en todos a Dios, que en Cristo Jesús nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1).

A María, que hoy nos visita como Tupãsy Caacupé, a Ella que es la Madre del amor hermoso, le pedimos que nos enseñe percibir el amor de Dios en nuestras vidas, de tal modo que en todo y en todos, respondamos con amor al amor que nos ha sido dado en Cristo, Nuestro Señor. Amén.

 

P. Oscar Iván Saldívar, I.Sch.P.

Rector del Santuario Tupãrenda – Schoenstatt

 

 



[1] BENEDICTO XVI, Ángelus, domingo 4 de noviembre de 2012.

[2] R. E. BROWN, Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo (Editorial Verbo Divino, Navarra, España 2010), pág. 55.

[3] BENDICTO XVI, Deus caritas est, 1.

[4] P. JOSÉ KENTENCIH en J. NIEHAUS (Ed), Santidad, ¡Ahora! (Editorial Patris S.A., Santiago de Chile 2005), pág. 31.