Domingo 31° del tiempo durante el año – Ciclo B – 2021
Mc 12, 28b – 34
«¿Cuál
es el primero de los mandamientos?»
Queridos
hermanos y hermanas:
“El Evangelio de hoy (Mc 12,
28-34) nos vuelve a proponer la enseñanza de Jesús sobre el mandamiento más grande:
el mandamiento del amor, que es doble: amar a Dios y amar al prójimo.”[1]
El texto evangélico inicia con la pregunta de un escriba a Jesús: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?»
(Mc 12, 28).
Comentaristas de la Sagrada Escritura señalan que había “613 preceptos de la ley del
AT”[2];
probablemente estos preceptos pretendían ayudar al cumplimiento fiel de los
mandamientos de Dios codificados en la Ley de Moisés.
Sin embargo, se trataba de una gran cantidad de
preceptos, y en la multitud de los mismos se corría el peligro de olvidar el
sentido profundo de los mandamientos de Dios. Por lo tanto, es comprensible la
pregunta del escriba. De hecho, el intercambio que se desarrolla en la perícopa
evangélica pareciera ser un auténtico diálogo entre maestros sobre la cuestión
del «mandamiento más grande» (Mc 12, 31).
«¿Cuál
es el primero de los mandamientos?»
Ante la pregunta del escriba y su sincero deseo de aprender,
Jesús responde uniendo en una respuesta dos citas del Antiguo Testamento, Deuteronomio
6, 4 – 5: «Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con
todas tus fuerzas»; y, Levítico, 19, 18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Por lo tanto, la novedad de Cristo consiste en señalar
lo que podríamos llamar la “organicidad del amor”; es decir, la íntima unión y
correlación entre el amor a Dios y el amor al prójimo.
Visita de la Virgen de Caacupé
31 de octubre de 2021
Foto: Equipo de Comunicaciones del Santuario
En efecto, el amor a Dios brota del amor que Dios nos
tiene a nosotros. “Puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es
sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a
nuestro encuentro.”[3]
Es decir, el amor que Dios nos
tiene –al amor que Dios nos ha mostrado en Jesús- es la fuente de todo amor. Y
esta fuente nos lleva a responder al amor de Dios con amor: amor a Él,
manifestado en la vida de oración y en la Liturgia;
amor al prójimo, manifestado en la misericordia y en la ternura; amor a
nuestras tareas y ocupaciones, manifestado en el fiel cumplimiento de nuestros
deberes de estado; amor a uno mismo,
expresado en una sana autoestima y valoración.
Así
contemplado el mandamiento del amor, su fuente y su alcance, podríamos decir
que se trata de la santidad de la vida
diaria, es decir, de “la armonía agradable a Dios entre la vinculación
hondamente afectiva a él, al trabajo y al prójimo en todas las circunstancias
de la vida.”[4]
Por
lo tanto, la tarea de nuestra vida es aprender a amar. Pero el secreto está en
percibir primeramente el amor que Dios nos tiene. Sólo quien se cree y se sabe
amado, puede a su vez amar, puede responder al amor recibido, donando amor a su
vez.
Cada
día deberíamos examinarnos en el amor, en dos sentidos: en primer lugar
preguntándonos en oración: “¿Dónde me amó Dios hoy? ¿En qué persona o
circunstancia de la vida, Dios me manifestó su amor?”; y, en segundo lugar,
preguntándonos: “¿Dónde amé hoy? ¿En qué circunstancia concreta, a qué persona
concreta amé? ¿Dónde puedo amar más y mejor?”.
Pero
no olvidemos que este “examen del amor” parte del tomar conciencia de que Dios
nos ama, y que por ello queremos amarle en el corazón y en nuestros hermanos.
Así,
el gran mandamiento del amor se convertirá para nosotros, en primer lugar en una
experiencia de amor, y por ello, en segundo lugar, en una constante que nos
impulsa a amar siempre, en todo y en todos a Dios, que en Cristo Jesús nos amó
hasta el extremo (cf. Jn 13, 1).
A
María, que hoy nos visita como Tupãsy
Caacupé, a Ella que es la Madre del
amor hermoso, le pedimos que nos enseñe percibir el amor de Dios en
nuestras vidas, de tal modo que en todo y en todos, respondamos con amor al
amor que nos ha sido dado en Cristo, Nuestro Señor. Amén.
P. Oscar Iván
Saldívar, I.Sch.P.
Rector del Santuario Tupãrenda – Schoenstatt
[1] BENEDICTO XVI, Ángelus, domingo 4 de noviembre de 2012.
[2] R. E. BROWN, Nuevo Comentario Bíblico San
Jerónimo (Editorial
Verbo Divino, Navarra, España 2010), pág. 55.
[3] BENDICTO XVI, Deus caritas est, 1.
[4] P. JOSÉ KENTENCIH en J. NIEHAUS (Ed), Santidad, ¡Ahora! (Editorial Patris S.A., Santiago de
Chile 2005), pág. 31.
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