¿Qué
celebramos los cristianos cuando celebramos
la
Inmaculada Concepción de la Virgen María?
Tal
vez, pueda ayudarnos a responder esta pregunta el reflexionar a partir del
hermoso Prefacio de la Misa del 8 de diciembre (El misterio de María y de la Iglesia):
“Tú preservaste a la
Virgen María de toda mancha del pecado original
y la enriqueciste con la
plenitud de tu gracia,
preparándola para que
fuera la Madre digna de tu Hijo
y comienzo e imagen de la Iglesia,
esposa de Cristo,
llena de juventud y limpia
hermosura.”
En
esta oración está bellamente resumida la fe de la Iglesia con respecto a
la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Una fe, que por estar expresada en
palabras un tanto complejas y a veces desconocidas, pareciera referirse a un
hecho lejano y distante, pero que en realidad expresa un acontecimiento
salvífico que está llamado a tocarnos a cada uno de nosotros.
Inmaculada
Concepción: ¿qué significa?
Alguna vez, cuando he preguntado,
para saber cuánto comprendemos las palabras en las que está expresada nuestra
fe: ¿qué significa la Inmaculada
Concepción de María? Muchas personas me han dicho que esta expresión se refiere al hecho de que la Virgen María
habría sido concebida en una madre virgen por obra del Espíritu Santo… En
realidad nos encontramos aquí con una gran confusión… Se confunden la concepción
virginal del Señor Jesús, de la cual dan testimonio los Evangelios (cf. Lc 1, 31. 34. 35; Mt 1, 20), y la concepción de su madre la Virgen María, la cual
según una antigua tradición de la Iglesia nació de la unión de sus padres: San
Joaquín y Santa Ana. Por lo tanto, la concepción de María no fue virginal, sino
una concepción, por decirlo de alguna manera, natural. Entonces, ¿qué significa
que la concepción de María haya sido inmaculada?
Tal vez conozcamos la respuesta por
lo que hemos aprendido en la catequesis: “desde el momento mismo del inicio de
su vida –desde su concepción- María fue preservada –protegida- del pecado
original”. Sabemos la respuesta, pero, ¿la comprendemos?
Preservada
del pecado original
¿Qué significa que María fue
preservada del pecado original? ¿Qué significa pecado original?
Y tal vez tocamos aquí uno de los
puntos menos comprendidos de la doctrina católica e incluso, a veces, más
resistido debido a su mala interpretación: la
doctrina del pecado original.
No puedo abordar aquí
exhaustivamente la cuestión del pecado original, pero sí diré algunas palabras
que espero ayuden a su correcta comprensión.
Lo que la doctrina del pecado
original señala en negativo es la honda solidaridad entre todos los hombres y
mujeres. Es tan honda esta solidaridad –este vínculo de unión-, que todos los
hombres y mujeres de todos los lugares y tiempos estamos de alguna manera
unidos, de alguna manera vinculados. Es decir, ninguno de nosotros proviene de
sí mismo –nuestra historia nunca parte de un cero absoluto-, hay otros que nos
han precedido. Así nuestra historia personal es parte de una historia más
grande, de la historia de otros –de nuestra familia, comunidad, nación, Iglesia,
humanidad-; historia de amor y de pecado. Así “todo el hombre está marcado
profundamente por la pertenencia a toda la humanidad, es decir, al «Adán»”.[1]
Y esta “solidaridad” se extiende
también al pecado… Ya, cuando cada uno de nosotros viene al mundo, participamos
de la situación existencial de pecado que sufre la humanidad, aunque no hayamos
cometido un “acto personal de pecado”. Así la doctrina del pecado original
designa la situación existencial de pecado de toda la humanidad y de cada uno
de nosotros. A pesar de que Dios no nos abandona, iniciamos la vida “privados”
de esa familiaridad con Dios.
Formulada
positivamente, la doctrina del pecado original nos señala que todos
necesitamos ser salvados. Ninguno de nosotros puede salvarse a sí mismo. Todos
necesitamos de ese don que es la salvación. Todos necesitamos ser rescatados
por Jesús y que Él nos vuelva a regalar aquello que es más propio de cada uno
de nosotros: la amistad y el trato familiar con Dios Padre, su gracia, su don. Por eso el Bautismo en Cristo nos rescata de esa situación
existencial de separación y nos “injerta” en el Cuerpo viviente de Cristo que
es la Iglesia. ¡De la solidaridad del
pecado pasamos a la solidaridad del amor, a la comunión de los santos!
Ahora entonces podemos comprender lo
que significa que María fue preservada del pecado original. Sí, María, desde el
primer momento de su existencia fue rescatada de la situación existencial de
separación de Dios que produce el pecado, y desde ese primer instante de su
vida participa de la solidaridad de amor con Dios y con toda la humanidad.
Como dice el documento papal con el
cual en 1854 el Papa Pío IX declara el dogma de la Inmaculada Concepción de la
Virgen María (Bula Inneffabilis Deus),
“la beatísima Virgen María
fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante
de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en
atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano” (DH 2803);
es
la salvación obrada por Jesucristo la que salva a María, la que la preserva de
la solidaridad del pecado y la injerta en la solidaridad del amor. La salvación
de Jesucristo alcanza a redimir a María ya desde su concepción, ya desde el
inicio de su vida. Así, la Inmaculada
Concepción es un fruto de la redención operada por Cristo Jesús, es un hermoso
don de la Encarnación del Verbo de Dios.
María,
comienzo e imagen de la Iglesia
Si contemplamos el actuar de Dios
uno y trino en María, comprendemos entonces por qué María es llamada “comienzo
e imagen de la Iglesia”. La salvación de Jesús, que la preservó del pecado
original, es la salvación que se ha iniciado en Ella y que el mismo Cristo
quiere extender a toda la Iglesia, a toda la humanidad y a toda la creación.
La Inmaculada Concepción no es sólo
un “privilegio” particular y aislado para la Madre de Jesús, sino que es el “gran signo” que apareció en el cielo
(cf. Ap 12,1) y que nos ilustra lo
que Dios en Jesucristo y por el Espíritu Santo quiere hacer en cada uno de
nosotros y con toda la humanidad: volver a regalarnos su amistad y su presencia
en nuestras vidas de tal modo que el pecado ya no tenga dominio sobre nuestros
corazones.
Aquello que Dios obró tan
misericordiosamente en la concepción de María, lo quiere obrar día a día en
nuestras vidas con nuestra cooperación a través de la fe, la oración, los
sacramentos y el amor al prójimo. Lo que María es por gracia, nosotros
llegaremos a serlo un día en el cielo.
Así comprendida, María no está
separada de la Iglesia y de la humanidad, Ella es “imagen y comienzo” de ambas
realidades, pues las simboliza y las realiza plenamente aceptando el don de
Dios y dándole su sí libre y personal (cf. Lc
1,38). En María se hace patente el destino original y final de toda la humanidad.
María es la Compañera (socia, cf. Lumen Gentium 61) de Cristo, porque en
realidad, la Iglesia, la humanidad, la creación –y cada uno de nosotros- está
llamada a ser compañera de Jesucristo, quien justamente ha venido al mundo –y
sigue viniendo- para ser “Dios-con-nosotros”
(Mt 1, 22-23).
P.
Oscar Iván Saldívar F.
Parroquia – Santuario de Ñandejara Guasu, Piribebuy,
en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la
Virgen María,
Fiesta de la Virgen de los Milagros de Caacupé.
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