MISA
JUVENIL – PASTORAL DE JUVENTUD PIRIBEBUY
Am 9, 11-15; Sal 84, 9.11-14; Mt 9, 14-17
Queridos
amigos y amigas:
¡Qué
alegría verlos aquí en el Santuario de Ñandejara
Guasu! ¡Qué alegría reunirnos como Pastoral
Juvenil, como jóvenes amigos de Cristo! Juntos, hoy celebramos esta misa juvenil, la primera que nos
animamos a realizar aquí en Piribebuy. Ojalá sea un espacio que cada uno pueda
sentir como propio, un espacio de encuentro juvenil, un espacio de encuentro
con Jesús.
Sí,
es el mismo Jesús el que a cada uno de nosotros nos llama constantemente y nos
invita a vivir en amistad con Él, a descubrirlo a Él presente y actuante en
nuestras vidas. A descubrir su estilo de vida, a descubrir que viviendo con Él
y como Él podemos llegar a ser plenos y felices.
Alegría
con Jesús
Y
en el Evangelio de hoy (Mt 9, 14-17)
Jesús nos llama justamente a la alegría y a la novedad de vida. Meditemos
juntos este texto.
“¿Por qué tus discípulos
no ayunan?... Jesús les respondió: ¿Acaso los amigos del esposo pueden estar
tristes mientras el esposo está con ellos?” Mt 9, 14-15.
¿Por
qué los discípulos de Jesús no ayunan? El ayuno, tan característico de nuestra Cuaresma, ya en tiempos de Jesús era una
señal de penitencia, pero de una penitencia en preparación para algo que ha de
venir. El ayuno, el privarse de alimentos, debía ayudar a preparar el cuerpo y
el corazón –la totalidad de la persona humana- para el encuentro con Dios. Y
este ayunar, este privarse voluntariamente de algo, tenía sin duda una
dimensión de esfuerzo, de sacrificio.
Entonces,
¿por qué no ayunan los discípulos de Jesús? Porque aquello que esperaban, para
lo cual se preparaban, ha llegado ya, ha acontecido ya. Jesús está en medio de
ellos, no hay ya razón para ayunar sino para alegrarse. Así lo expresa el mismo
Jesús: “¿Acaso los amigos del esposo
pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos?” (Mt 9,15a). Cuando Jesús está con
nosotros no hay motivos para la tristeza, para el dolor. “La alegría del
Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con
Jesús.”[1]
Cada
uno de nosotros está llamado a ser ese amigo o amiga del “Esposo”, de Jesús.[2]
Cada uno de nosotros está llamado a compartir toda su vida con Él. Compartir
alegrías, proyectos, dudas, esperanzas, tristezas. Todo, todo tiene cabida en
la amistad con Jesús y nada de lo nuestro puede quedar fuera de su corazón.
Y
el saber, y experimentar, que hay Alguien
que me cobija en su corazón me da una profunda paz y alegría… Nada hay de lo
nuestro, de lo humano, que no tenga lugar en el corazón de Jesús.
Vida
nueva con Jesús
Y
cuando Jesús nos llama a vivir con Él, lo hace también para que aprendamos a
vivir cómo Él. La amistad con Jesús nos regala una profunda alegría que nadie
podrá quitarnos, pero también, la amistad con Jesús nos propone una vida nueva
que no podemos vivirla a medias.
“Nadie usa un pedazo de
género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del
vestido y la rotura se hace más grande.” Mt
9, 16.
Sí,
la alegría de la amistad con Jesús va ganando de a poco las distintas
dimensiones de nuestra vida. Esa vida que ponemos en el corazón de Jesús, Él la
quiere ir transformando de a poco en vida nueva, en vida plena.
Y
esa vida nueva con Jesús es como una tela nueva, como un vestido nuevo, como
una remera nueva que se nos regala… Como el mismo Jesús dice en el Evangelio, a
ninguno de nosotros se nos ocurriría recortar un pedazo de una remera nueva
para parchar o remendar una remera vieja. ¿Alguno lo haría?
Sí,
Jesús nos propone revestirnos con una vida nueva, con su vida, por eso nos
ofrece su vida en cada misa, en cada sacramento que celebramos con fe. Y esa
vida nueva cada uno de nosotros la ha recibido ya en el Bautismo y la ha fortalecido en la Confirmación. Sin embargo, siempre corremos el riesgo de querer
abandonar esa vida nueva, esa remera nueva, y volver a nuestra vida vieja, a
nuestras remeras arrugadas y desgastadas, y a veces queremos parchar nuestra
vida vieja con algo de la nueva.
Queridos
amigos, vivir con Jesús y como Jesús es exigente pero hermoso. Todos sentimos
en el corazón el anhelo de felicidad y plenitud. Todos queremos hacer algo
hermoso y que valga la pena con nuestras vidas. ¡Ninguno de nosotros quiere una
vida parchada o remendada! ¡No nos conformemos con la mediocridad!
Si
estamos tentados a vivir sólo a medias, pidámosle a Jesús que Él nos ayude a
descubrirlo, que Él nos ayude a experimentar la profunda alegría de su amistad,
para que con Él descubramos el camino hacia una vida nueva, una vida que no se
vive a medias, sino con todo el corazón, con toda el alma y con todas las
fuerzas. La mediocridad nos entristece y nos gasta, la generosidad nos alegra y
renueva. ¡Revistámonos con la generosidad de Cristo! Y así experimentaremos que
Él está con nosotros en el camino de la vida. Que así sea. Amén.
[1] PAPA FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, 1.
[2] El novio o esposo es Jesús; sus compañeros, o
«pajes de honor», no pueden ayunar porque los tiempos mesiánicos (simbolizados
en el banquete de bodas) han comenzado. Cf. BIBLIA
DE JERUSALÉN nota al versículo Mt 9,
15.
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