18
de octubre: un acontecimiento de fe
Queridos hermanos y
hermanas,
Querida Familia del
Santuario Joven:
“¡Alégrate!, el Señor está contigo” (cf.
Lc 1,28), el saludo del Ángel Gabriel
a la Virgen María resuena también hoy en nuestros oídos, en nuestras almas y en
nuestros corazones.
Sí,
a través de la presencia de María en el Santuario también nosotros
experimentamos que el Señor está con nosotros, y la presencia del Señor en
nuestras vidas es ya alegría, pues “alegría y gracia van juntas”.[1]
Sí,
alegría y gracias van juntas, es lo que experimentamos en este día de
celebración, en este día de renovación.
¿Qué celebramos el 18 de
octubre de 2014?
Y para profundizar esta alegría por la gracia recibida,
vale la pena que volvamos a tomar conciencia de qué celebramos este 18 de
octubre de 2014.
Sí, celebramos un acontecimiento de fe ocurrido hace 100
años en Schoenstatt y que hunde sus raíces en el acontecimiento de fe ocurrido
en Nazaret hace más de 2000 años. Se trata de una nueva iniciativa divina, se
trata de Dios que quiere entrar una vez más en la historia de la humanidad, se
trata de la fe de José Kentenich y de los primeros congregantes, que como María
dijeron que sí, primero en la intimidad de sus propios corazones y luego a lo
largo de toda su vida. Es la Alianza de Amor: iniciativa divina y confiada
respuesta humana.
Pero el 18 de octubre no es sólo un acontecimiento
histórico, sino un acontecimiento de fe
actual. Por eso estamos aquí. Cada uno de nosotros, a su manera y en su
historia personal, ha experimentado el acontecimiento del 18 de octubre y ha
respondido con su sí. Cada uno de nosotros ha creído en el amor y la
misericordia de María en su vida y ha sellado –para siempre- una Alianza de Amor
con Ella. Se ha entregado totalmente, y Ella, lo ha recibido totalmente. Es la
Alianza de Amor: alegría de pertenecerle a Ella y de que Ella nos pertenezca.
Un acontecimiento de fe
Entonces, ¿en qué consiste este acontecimiento de fe que
celebramos y queremos renovar? El evangelio de la Anunciación (Lc 1,26-38) puede ayudarnos a meditar en
torno a este acontecimiento de fe.
Así como el texto inicia diciendo: “El Ángel Gabriel fue enviado por Dios” (cf. Lc 1,26), de la misma manera nuestro Padre Fundador vivió el 18 de
octubre de 1914 como una irrupción de lo divino en su vida, como una iniciativa
de Dios. De distintas maneras en su vida, él fue percibiendo la Divina
Providencia que lo guiaba a sellar una Alianza de Amor con María, que lo
invitaba a dar un salto de fe en medio de las circunstancia de la Primera
Guerra Mundial.
Así como María y el ángel entran en diálogo: “¿Cómo puede ser esto?” (cf. Lc 1,34), José Kentenich se pregunta:
“¿Acaso no sería posible que la Capillita de nuestra Congregación al mismo
tiempo llegue a ser nuestro Tabor, donde se manifieste la gloria de María?”.[3]
Se trata de nuestra pequeñez que se entrega confiada en las manos de Dios y así
se convierte en filialidad y por ello en Alianza.
Finalmente el sí de María, el “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38) abre la historia a la encarnación del Verbo de Dios y en
esa fecundidad nos trae al Salvador del mundo, a Jesús, el Cristo. Así también
el sí de José Kentenich y de los primeros ha hecho posible la fecundidad de la
Alianza de Amor que hoy cumple 100 años de vida.
Iniciativa divina –misericordia-, entrega confiada
–filialidad- y fecundidad es el acontecimiento de fe que llamamos Alianza de
Amor y que hoy celebramos.
¿Qué celebra cada uno de
nosotros en este día?
Así, cada uno de nosotros hoy debe volver a recordar, a
pasar por el corazón, aquel día, aquel momento, aquella hora de gracia en la
cual Dios irrumpió de forma misericordiosa en su vida. Aquel día en que de
forma original nos dijo: “¡Alégrate! Yo estoy contigo”. Y volver a responderle:
“sí, yo creo que Tú estás conmigo, hágase en mí según tu palabra”; para que Él
vuelva a hacer fecunda nuestra pequeñez entregada en sus manos.
Al renovar hoy nuestra Alianza de Amor volvemos a
entregarnos totalmente a María, volvemos a entregarle nuestra pequeñez, para
que en Alianza con Ella seamos fecundos para su Obra de Schoenstatt.
Quisiera terminar esta meditación haciendo nuestras las
palabras de nuestro Padre Fundador:
“Tres veces Admirable,
benigna y poderosa,
espiritualmente me postro ante tu imagen
en unión con todos los consagrados a ti,
que están dispuestos
a morir por tu Reino.
Queremos reflejarnos en tu imagen
y volver a sellar nuestra Alianza de Amor.
A nosotros, tus instrumentos,
en todo aseméjanos a ti
y en todas partes por nosotros
construye tu Reino de Schoenstatt.”[4]
Amén.
Nos cum prole pia,
benedicat Virgo Maria.
P. Oscar Iván
Saldivar F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario