La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

martes, 21 de octubre de 2014

Jubileo de los 100 años: peregrinación y envío

Jubileo de los 100 años: peregrinación y envío

            Probablemente todavía tenemos en nuestras mentes y corazones todo lo vivido este 18 de octubre de 2014, ¡100 años de la Alianza de Amor! ¡100 años de la propuesta de María y del sí de José Kentenich y de los primeros!

            ¡Cuántos han peregrinado al Santuario Original y a nuestros santuarios filiales de Tupãrenda, Asunción y Ciudad del Este!

           Sin dudas es todavía pronto para analizar todo lo vivido -¡falta aún el encuentro de la Familia de Schoenstatt con el Papa Francisco en Roma!-, pero sería bueno tomar conciencia de que este jubileo no ha sido sólo una celebración, sino más bien la renovación del acontecimiento de fe del 18 de octubre, y por ello, un singo de envío que nos pone en camino hacia adelante.

            En el Santuario Joven de Asunción, como parte de la renovación de la Alianza de Amor con María, la imagen de gracias de la MTA volvió a ser entronizada en el Santuario. María volvió a tomar posesión de su Santuario, María escuchó nuestra súplica y la súplica del P. José Kentenich: “erige aquí tu trono de manera especial, reparte tus tesoros y obra milagros de gracia”.[1] Sí, María, una vez más nos ha dicho que sí, Ella es generosa y fiel.

            ¿Qué significa esto para nosotros como Familia de Schoenstatt, y para cada uno como aliado de la Mater?

            Personalmente me siento pequeño ante un don tan grande. ¡Verdaderamente Cristo nos ha confiado a su Madre! (cf. Jn 19,25-27). ¡Qué don tan grande! ¿Quiénes somos nosotros para que se nos confíe la Madre del Señor y su misión? (cf. Lc 1,43). Ante tal don es imposible no caer de rodillas en actitud de pequeñez y agradecimiento.

            Así como María ha renovado su sí con nosotros, este acontecimiento del jubileo nos llama a renovar nuestro sí con Ella. Las palabras que el Padre Fundador pusiera en sus labios aquel 18 de octubre de 1914 valen para nosotros especialmente en este tiempo: “No se preocupen por la realización de su deseo. Ego diligentes me diligo. Amo a los que me aman. Pruébenme primero por hechos que me aman realmente y que toman en serio su propósito.”[2]

            Sí, María ha vuelto a habitar en su Santuario y lo ha puesto en nuestras manos como don para compartir. Por ello no debemos olvidar que el Santuario se mantiene vivo y fecundo en la medida en que nuestra Alianza de Amor se mantiene viva y fecunda.

            ¡Cuán actual es la dinámica del capital de gracias! Alianza es constante entrega a María de nuestra vida, de nuestras alegrías y preocupaciones, de nuestros logros y limitaciones, de las personas que amamos, y por sobre todo de nuestro corazón.

            Y esa actitud de entrega se hace constante y concreta en los ofrecimientos al capital de gracias. Y el primer capital de gracias que le ofrecemos a Ella es el de nuestra auto-educación, es decir, nuestra colaboración para que Ella vaya transformando nuestros hogares y corazones en su santuario.

            Sí, el jubileo es peregrinación de gratitud y envío comprometido para que María siga habitando en medio de nosotros por nuestra fidelidad a la Alianza de Amor. ¡Madre haz de cada uno de nosotros un santuario vivo y misionero!

P. Oscar Iván Saldivar F.



[1] Cf. J. KENTENICH, «Acta de Fundación» en Documentos de Schoenstatt (Córdoba, Patris 2007).
[2] Ibídem

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