La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

miércoles, 1 de abril de 2015

«Hagan esto en memoria mía» - Jueves Santo 2015

Jueves Santo 2015 – Ciclo B

«Hagan esto en memoria mía»
Queridos hermanos y hermanas:

Así como con el Domingo de Ramos abríamos la Semana Santa, con la celebración de la Misa vespertina de la Cena del Señor abrimos el Sagrado Triduo Pascualde la pasión, muerte y resurrección de Cristo, que es el culmen de todo el año litúrgico y también el culmen de nuestra vida cristiana.[1]

Al escuchar el evangelio proclamado para conmemorar la entrada del Señor en Jerusalén (Mc 11,1-10), veíamos cómo Jesús y sus discípulos se aproximaban a Jerusalén (cf. Mc 11,1) en una peregrinación que tenía como meta última la entrega de Jesús en la cruz, la entrega de Jesús en el amor hasta el fin (cf. Jn 13,1).

Hagan esto en memoria mía

La celebración de esta misa de la Cena del Señor nos pone de lleno ante el misterio de la “entrega de Jesús”, ante el misterio de su “amor hasta el fin”: “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.” (Jn 13,1).

La Liturgia de la Palabra nos invita en primer lugar a hacer memoria de este amor hasta el fin. Así lo expresa la lectura tomada del libro del Éxodo (Éx 12, 1-8. 11-14) que lleva nuestra memoria hasta la Pascua judía, “la Pascua del Señor” (Éx 12,11), y nos invita a integrarnos a ese acontecimiento salvífico de la liberación del pueblo de Israel, porque para nosotros la Pascua judía prepara la Pascua cristiana, la Pascua de Cristo Jesús.

En la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios se presenta nuevamente ante nosotros la memoria creyente: “Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía». (1Co 11, 23-24. 25b).

Resuena en nuestros oídos y corazones la palabra de Jesús transmitida por San Pablo: «Hagan esto en memoria mía». ¿A qué se refiere el Señor? ¿De qué tenemos que hacer memoria? ¿Por qué es importante para nuestra fe hacer memoria?

Porque “la fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios.”[2] Se trata de la memoria del amor. Necesitamos hacer memoria de que Jesús nos amó hasta el fin (cf. Jn 13,1); necesitamos hacer memoria de que su Cuerpo y su Sangre se entregan por nosotros (cf. 1 Co 11, 24-25). La memoria de su amor renueva nuestra fe y despierta nuestro amor.

“Jesús nos deja la Eucaristía como memoria cotidiana de la Iglesia, que nos introduce cada vez más en la Pascua (cf. Lc 22,19).”[3] Sí, esta memoria nos introduce cada vez más en su misterio pascual. Su entrega por nosotros nos lleva a renunciar a nosotros mismos y a entregarnos a Él en los hermanos. Así nos vamos introduciendo día a día en su Pascua. Por eso “el creyente es fundamentalmente «memorioso».”[4]

Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes

            “Sin embargo, esta memoria no se queda en el pasado, sino que, siendo memoria de una promesa, es capaz de abrir al futuro, de iluminar los pasos a lo largo del camino.”[5] Por eso, junto con la memoria de la Última Cena, la Liturgia de la Palabra propone hoy para nuestra meditación el relato del lavatorio de los pies contenido en el Evangelio según San Juan (Jn 13, 1-15).

            Luego de lavar los pies a sus discípulos Jesús les dice: “les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” (Jn 13, 14-15).

            Así, la memoria de la fe se vuelve camino a seguir. Y nos muestra que hacer memoria del amor de Jesús, celebrar la Eucaristía, no consiste solamente en celebrar el sacramento, sino en vivir este sacramento día a día. Sí, para hacer memoria de su entrega debemos hacer lo mismo que Él hizo con sus discípulos y con cada uno de nosotros: lavar los pies, es decir, abajarnos y servir a nuestros hermanos. Lavar sus pies, lavar sus rostros, lavar sus corazones con nuestro amor y misericordia. Por eso, hacer memoria del amor de Jesús no es sólo recordar, sino vivir hoy ese amor a Él en nuestros hermanos.

            La memoria del amor se transforma en tarea de amor y así nos abre al futuro, a la esperanza de la Pascua, a la esperanza de la felicidad plena. Como el mismo Jesús lo dice a sus discípulos en un versículo que hoy no se lee pero vale la pena recordar: “Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican” (Jn 13,17).

            Sí, vivir el amor como Jesús lo vivió nos abre a la felicidad plena. Que estos días santos renueven la memoria de nuestro encuentro con Jesús, y que esta memoria renueve nuestro amor y nos abra así a participar plenamente de su Pascua amando a los demás. Que así sea. Amén.



[1] PAPA FRANCISCO, Audiencia General del miércoles 1 de abril de 2015 [en línea]. [fecha de consulta: 1 de abril de 2015]. Disponible en:< http://www.news.va/es/news/el-papa-francisco-explica-el-triduo-pascual-en-su>
[2] PAPA FRANCISCO, Memoria de Dios, Homilía durante la Misa para la jornada de los Catequistas, Roma, 29 de septiembre de 2013. [en línea]. [fecha de consulta: 1 de abril de 2015]. Disponible en:
[3] PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium 13.
[4] Ibídem.
[5] PAPA FRANCISO, Carta Encíclica Lumen Fidei 9.

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