Domingo 28° durante el año
– Ciclo B
Mc
10, 17 – 30
Novena
a la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt en Tupãrenda
La
Alianza de Amor, nuestra manera de seguir y abrazar a Jesús
Queridos hermanos y
hermanas:
Hoy estamos invitados a tomar consciencia de que “La Alianza de Amor es nuestra manera de
seguir y abrazar a Jesús”.[1]
Volvamos a escucharlo –y así interiorizarlo-: la Alianza de Amor con María –lo central de nuestra espiritualidad de
Schoenstatt- es la forma original y auténtica en que nosotros seguimos a Jesús.
Por lo tanto, la Alianza
de Amor con María en el Santuario de Schoenstatt no es un “añadido superfluo”
a nuestra condición de cristianos. Tampoco se trata de una “devoción accesoria”;
y tampoco se trata de una “competencia” al amor y fidelidad que le ofrecemos a
Jesús, nuestro Salvador.
Al contrario, la Alianza
de Amor con María es renovación y actualización de nuestro Bautismo en Cristo Jesús. En Alianza con
María nos hacemos más cristianos, ésa debería ser nuestra profunda convicción,
nuestra profunda alegría y nuestro testimonio. La Alianza de Amor con María nos transforma, de a poco, en otros “Cristos”. [2]
Y precisamente el Evangelio
de hoy (Mc 10, 17 – 30) nos habla del
seguimiento de Cristo y todo lo que ese seguimiento implica.
«Tú conoces los
mandamientos»
Si
miramos con atención el texto evangélico podemos descubrir al menos tres
momentos de crecimiento o de maduración en el seguimiento de Jesús. El
seguimiento de Jesús es un camino, es un proceso, y por lo tanto en ese proceso
hay momentos de crecimiento y maduración.
El relato evangélico inicia con un diálogo entre un
hombre y Jesús. Ese hombre –cuyo nombre no consigna el Evangelio- tiene un anhelo de Vida eterna: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?» (Mc 10, 17). En el fondo anhela una vida
plena, feliz. Y este anhelo de Vida eterna, de vida plena, tiene que
manifestarse en un primer momento en el
asumir y cumplir de corazón los Mandamientos
de la Ley de Dios. Por eso Jesús ante esta pregunta le dice: «Tú conocer los mandamientos», y cita algunos
de los mandamientos (cf. Mc 10, 19).
Lo que hoy día nosotros conocemos como los “Diez Mandamientos” o las “Diez palabras” de la Ley de Dios, son
como el primer paso en el seguimiento de Jesús. Son como el punto de partida,
la base sobre la cual nosotros vamos construyendo nuestra madurez humana y
cristiana.
Si
queremos seguir a Jesús, junto con ese anhelo de Vida eterna, hay un primer
paso muy concreto: conocer, asumir y vivir los Mandamientos de la Ley de Dios. Nadie puede decir con sinceridad
que sigue a Jesús si no asume los Mandamientos
de Dios como estilo de vida. Nadie puede decir que sigue a Jesús si
perjudica a sus hermanos: «No matarás, no
cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a
nadie, honra a tu padre y a tu madre». Nadie puede decir que sigue a Jesús
si no ama a Dios con un corazón filial (cf. Mc
12, 29 - 31).
Así los Mandamientos
son el mínimo necesario para ponernos en camino de seguir a Jesús. Por lo
tanto, debemos descubrir los Mandamientos
como un camino de vida. Un camino de vida que vamos asumiendo día a día. Y así,
estos Diez Mandamientos son expresión
concreta de mi vida en Alianza con Dios y al mismo tiempo son una escuela de
vida en Alianza.
El que quiera aprender a vivir en Alianza con Dios, con
los demás e incluso con uno mismo; lea, medite y asuma estos Mandamientos de la Ley de Dios. Por eso,
les invito a que nos preguntemos hoy: ¿vivo yo los Mandamientos como expresión de mi Alianza con Dios?
«Ve, vende lo que tienes… …Después,
ven y sígueme»
Sólo si vivo en Alianza con Dios; sólo si he hecho de sus
Mandamientos, de su Sabiduría, mi
riqueza (cf. Sab 7, 7 – 11); sólo
entonces estoy en condiciones de desprenderme libremente de todo lo que me ata
e impide mi seguimiento de Jesús. Éste es el segundo paso para seguir a Jesús:
el desprendimiento, la libertad, la disponibilidad.
Así tomamos consciencia de que Jesús nos pide algo más
sobre el término medio. Jesús nos pide generosidad y magnanimidad en su
seguimiento. Lo cual es todo lo contario a la mediocridad. A veces nosotros mismos,
hombres y mujeres de Iglesia, estamos acostumbrados a vivir mediocremente
nuestra fe. Muchas veces nos preocupamos en cumplir lo mínimo necesario que nos
pide nuestra fe.
Fijémonos en que recién cuando el hombre del relato
evangélico le dice a Jesús: «Maestro,
todo eso lo he cumplido desde mi juventud» (Mc 10, 20), el Señor le responde: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres;
así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme.» (Mc 10, 21).
Una
vez que Jesús ve que este hombre está en un camino de vivencia de los Mandamientos, entonces le propone algo
más. En el fondo se trata de vivir los Mandamientos,
y estar libre, estar disponible para seguir a Jesús. En eso consiste el
seguimiento de Jesús.
¿Qué tan libre soy para seguir a Jesús? ¿Qué cosas a
veces me atan e me impiden seguir a Jesús? ¿Qué tengo que “vender” para ser
libre?
«Para Dios todo es posible»
Conocemos la situación del hombre que se acercó a Jesús.
Una vez que escuchó la invitación del Señor, «se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.» (Mc 10, 22). Ante esta situación Jesús
dice: «¡Qué difícil será para los ricos
entrar en el Reino de Dios! Para los hombres es imposible, pero no para Dios,
porque para él todo es posible.» (Mc
10, 23. 27).
Así, estas palabras de Jesús nos demuestran que el
seguimiento de Cristo es, por un lado, decisión, y, al mismo tiempo, es una gracia. Tenemos que decidirnos por seguir
a Jesús, tomar opciones; pero, al mismo tiempo es una gracia de Dios el seguir al Señor. Por eso, es como si el Señor
dijera: “Para los hombres es difícil tomar decisiones radicales, pero si tienen
un anhelo sincero de Vida plena en el
corazón, la gracia de Dios va a fecundar ese anhelo y lo va a hacer posible.”
El seguimiento de Jesús es decisión y al mismo tiempo
gracia. En el fondo es una Alianza. Si estamos decididos sinceramente, Dios nos
concede seguir con generosidad a su Hijo. Y por eso el seguimiento de Jesús
podríamos describirlo con tres expresiones: es un estilo de vida –por eso la referencia
a los Mandamientos-; es libertad, es
disponibilidad para lo que Jesús nos pida; y, es una gracia, un don que Dios
hace posible, siempre y cuando nosotros demos nuestro sí sincero y auténtico.
Santuario de Tuparenda, Itauguá, Paraguay. Foto de Joha Goodacre. Comunicaciones del Santuario de Tuparenda. |
Ella es la que nos educa en un estilo de vida: la santidad de la vida diaria, la Alianza de Amor hecha concreta en el día
a día. Ella es la que nos enseña a estar libres y disponibles para Dios: la Fe práctica en la divina Providencia.
Esa capacidad de ver los signos que Dios nos muestra en nuestra vida cotidiana
y de animarnos a responderle. Ella es la que implora para nosotros la gracia de
vivir nuestro Bautismo con una consciencia de misión, consciencia de
que hemos sido elegidos y de que tenemos una tarea que Dios nos confía.
Por eso, camino al 18
de Octubre, queremos pedirle a María que en esa Alianza de Amor que hemos sellado con Ella, se manifiesta con
nosotros como la gran Educadora de
los discípulos de Jesús; como la gran Educadora
que nos asemeja al Señor. Por eso, con fe le decimos:
“Aseméjanos a ti y enséñanos
a caminar por la vida tal como tú lo
hiciste:
fuerte y digna, sencilla y bondadosa,
repartiendo amor, paz y alegría.
En nosotros recorre nuestro tiempo
preparándolo para Cristo Jesús.”[3]
Amén.
[1] Lema
del sexto día de la Novena en preparación
a la fiesta del 18 de Octubre de 2018
en el Santuario de Tupãrenda, Paraguay.
[2] Cf.
P. JOSÉ KENTENICH, Mi vida en Alianza de Amor
(Schoenstatt Nazaret, Florencio Varela 2014), 12.
[3] P.
JOSÉ KENTENICH, Hacia el Padre,
estrofa 609.
Tu palabra Señor es la verdad y tu ley nuestra libertad!Amén🙏
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