La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

miércoles, 17 de octubre de 2018

La Alianza de Amor, nuestra manera de seguir y abrazar a Jesús


Domingo 28° durante el año – Ciclo B

Mc 10, 17 – 30

Novena a la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt en Tupãrenda

 La Alianza de Amor, nuestra manera de seguir y abrazar a Jesús

Queridos hermanos y hermanas:

            Hoy estamos invitados a tomar consciencia de que “La Alianza de Amor es nuestra manera de seguir y abrazar a Jesús”.[1] Volvamos a escucharlo –y así interiorizarlo-: la Alianza de Amor con María –lo central de nuestra espiritualidad de Schoenstatt- es la forma original y auténtica en que nosotros seguimos a Jesús.

            Por lo tanto, la Alianza de Amor con María en el Santuario de Schoenstatt no es un “añadido superfluo” a nuestra condición de cristianos. Tampoco se trata de una “devoción accesoria”; y tampoco se trata de una “competencia” al amor y fidelidad que le ofrecemos a Jesús, nuestro Salvador.

            Al contrario, la Alianza de Amor con María es renovación y actualización de nuestro Bautismo en Cristo Jesús. En Alianza con María nos hacemos más cristianos, ésa debería ser nuestra profunda convicción, nuestra profunda alegría y nuestro testimonio. La Alianza de Amor con María nos transforma, de a poco, en otros “Cristos”. [2]

            Y precisamente el Evangelio de hoy (Mc 10, 17 – 30) nos habla del seguimiento de Cristo y todo lo que ese seguimiento implica.

«Tú conoces los mandamientos»

            Si miramos con atención el texto evangélico podemos descubrir al menos tres momentos de crecimiento o de maduración en el seguimiento de Jesús. El seguimiento de Jesús es un camino, es un proceso, y por lo tanto en ese proceso hay momentos de crecimiento y maduración.

            El relato evangélico inicia con un diálogo entre un hombre y Jesús. Ese hombre –cuyo nombre no consigna el Evangelio- tiene un anhelo de Vida eterna: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?» (Mc 10, 17). En el fondo anhela una vida plena, feliz. Y este anhelo de Vida eterna, de vida plena, tiene que manifestarse en un  primer momento en el asumir y cumplir de corazón los Mandamientos de la Ley de Dios. Por eso Jesús ante esta pregunta le dice: «Tú conocer los mandamientos», y cita algunos de los mandamientos (cf. Mc 10, 19).

            Lo que hoy día nosotros conocemos como los “Diez Mandamientos” o las “Diez palabras” de la Ley de Dios, son como el primer paso en el seguimiento de Jesús. Son como el punto de partida, la base sobre la cual nosotros vamos construyendo nuestra madurez humana y cristiana.

Si queremos seguir a Jesús, junto con ese anhelo de Vida eterna, hay un primer paso muy concreto: conocer, asumir y vivir los Mandamientos de la Ley de Dios. Nadie puede decir con sinceridad que sigue a Jesús si no asume los Mandamientos de Dios como estilo de vida. Nadie puede decir que sigue a Jesús si perjudica a sus hermanos: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre». Nadie puede decir que sigue a Jesús si no ama a Dios con un corazón filial (cf. Mc 12, 29 - 31).

            Así los Mandamientos son el mínimo necesario para ponernos en camino de seguir a Jesús. Por lo tanto, debemos descubrir los Mandamientos como un camino de vida. Un camino de vida que vamos asumiendo día a día. Y así, estos Diez Mandamientos son expresión concreta de mi vida en Alianza con Dios y al mismo tiempo son una escuela de vida en Alianza.

            El que quiera aprender a vivir en Alianza con Dios, con los demás e incluso con uno mismo; lea, medite y asuma estos Mandamientos de la Ley de Dios. Por eso, les invito a que nos preguntemos hoy: ¿vivo yo los Mandamientos como expresión de mi Alianza con Dios?

«Ve, vende lo que tienes… …Después, ven y sígueme»

            Sólo si vivo en Alianza con Dios; sólo si he hecho de sus Mandamientos, de su Sabiduría, mi riqueza (cf. Sab 7, 7 – 11); sólo entonces estoy en condiciones de desprenderme libremente de todo lo que me ata e impide mi seguimiento de Jesús. Éste es el segundo paso para seguir a Jesús: el desprendimiento, la libertad, la disponibilidad.

            Así tomamos consciencia de que Jesús nos pide algo más sobre el término medio. Jesús nos pide generosidad y magnanimidad en su seguimiento. Lo cual es todo lo contario a la mediocridad. A veces nosotros mismos, hombres y mujeres de Iglesia, estamos acostumbrados a vivir mediocremente nuestra fe. Muchas veces nos preocupamos en cumplir lo mínimo necesario que nos pide nuestra fe.

            Fijémonos en que recién cuando el hombre del relato evangélico le dice a Jesús: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud» (Mc 10, 20), el Señor le responde: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme.» (Mc 10, 21).

Una vez que Jesús ve que este hombre está en un camino de vivencia de los Mandamientos, entonces le propone algo más. En el fondo se trata de vivir los Mandamientos, y estar libre, estar disponible para seguir a Jesús. En eso consiste el seguimiento de Jesús.

            ¿Qué tan libre soy para seguir a Jesús? ¿Qué cosas a veces me atan e me impiden seguir a Jesús? ¿Qué tengo que “vender” para ser libre?

«Para Dios todo es posible»

            Conocemos la situación del hombre que se acercó a Jesús. Una vez que escuchó la invitación del Señor, «se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.» (Mc 10, 22). Ante esta situación Jesús dice: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios! Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible.» (Mc 10, 23. 27).

            Así, estas palabras de Jesús nos demuestran que el seguimiento de Cristo es, por un lado, decisión, y, al mismo tiempo, es una gracia. Tenemos que decidirnos por seguir a Jesús, tomar opciones; pero, al mismo tiempo es una gracia de Dios el seguir al Señor. Por eso, es como si el Señor dijera: “Para los hombres es difícil tomar decisiones radicales, pero si tienen un anhelo sincero  de Vida plena en el corazón, la gracia de Dios va a fecundar ese anhelo y lo va a hacer posible.”

            El seguimiento de Jesús es decisión y al mismo tiempo gracia. En el fondo es una Alianza. Si estamos decididos sinceramente, Dios nos concede seguir con generosidad a su Hijo. Y por eso el seguimiento de Jesús podríamos describirlo con tres expresiones: es un estilo de vida –por eso la referencia a los Mandamientos-; es libertad, es disponibilidad para lo que Jesús nos pida; y, es una gracia, un don que Dios hace posible, siempre y cuando nosotros demos nuestro sí sincero y auténtico.

           
Santuario de Tuparenda, Itauguá, Paraguay.
Foto de Joha Goodacre.
Comunicaciones del Santuario de Tuparenda.
Y precisamente María -nuestra querida Mater- nuestra Aliada, es la que nos ayuda y la que nos educa para seguir a su hijo Jesucristo de forma auténtica y plena.

            Ella es la que nos educa en un estilo de vida: la santidad de la vida diaria, la Alianza de Amor hecha concreta en el día a día. Ella es la que nos enseña a estar libres y disponibles para Dios: la Fe práctica en la divina Providencia. Esa capacidad de ver los signos que Dios nos muestra en nuestra vida cotidiana y de animarnos a responderle. Ella es la que implora para nosotros la gracia de vivir nuestro Bautismo con una consciencia de misión, consciencia de que hemos sido elegidos y de que tenemos una tarea que Dios nos confía.

            Por eso, camino al 18 de Octubre, queremos pedirle a María que en esa Alianza de Amor que hemos sellado con Ella, se manifiesta con nosotros como la gran Educadora de los discípulos de Jesús; como la gran Educadora que nos asemeja al Señor. Por eso, con fe le decimos:

“Aseméjanos a ti y enséñanos

            a caminar por la vida tal como tú lo hiciste:

            fuerte y digna, sencilla y bondadosa,

            repartiendo amor, paz y alegría.

            En nosotros recorre nuestro tiempo

            preparándolo para Cristo Jesús.”[3] Amén.



[1] Lema del sexto día de la Novena en preparación a la fiesta del 18 de Octubre de 2018 en el Santuario de Tupãrenda, Paraguay.
[2] Cf. P. JOSÉ KENTENICH, Mi vida en Alianza de Amor (Schoenstatt Nazaret, Florencio Varela 2014), 12.
[3] P. JOSÉ KENTENICH, Hacia el Padre, estrofa 609.

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