La Anunciación del Señor –
Solemnidad – 2019
Lc
1, 26 – 38
María, Compañera y
Colaboradora de Jesucristo
Queridos hermanos y
hermanas:
En medio del camino cuaresmal hacia la Pascua, celebramos la Anunciación del Señor, el momento en que
se anuncia a María que será la Madre del Hijo de Dios, la Madre de Jesús (cf. Lc 1, 30 – 33). Esta escena evangélica y
su significado profundo nos muestran a María como colaboradora de Dios en la
obra de la salvación humana.
Por esta razón –y por toda la vida de María tal cual nos
llega a través de los evangelios canónicos- el Padre José Kentenich formuló el
ideal personal de María de la siguiente manera: María es la Compañera y
Colaboradora permanente de Jesucristo en toda su obra de Redención.
Y en este contexto litúrgico, nuestros Guardianes del Santuario de Tupãrenda y
nuestros voluntarios del equipo Instrumentos
de la Mater, quieren consagrase como María para llegar a ser –en el
apostolado de cada uno- compañeros y colaboradores de Cristo.
Compañeros y colaboradores
de Cristo
Si meditamos a partir de la Liturgia de la Palabra, ser compañeros y colaboradores de Cristo
implica, al menos, tres dimensiones o actitudes a cultivar.
En primer lugar se trata de llegar a ser un signo de que Dios está con nosotros, de que
Dios está en medio de nosotros (cf. Is
7, 10 – 14; 8, 10). Todos podemos llegar a ser un pequeño signo de Dios para nuestros hermanos; un signo de Dios a través de
nuestras miradas, palabras y gestos.
En segundo lugar, podemos aprender esa disponibilidad para con Dios y para con
nuestros hermanos de la que nos habla el texto tomado de la Carta a los Hebreos (cf. Hb 10, 4 – 10).
Se nos dice que al entrar en este mundo, Cristo dijo: «Aquí estoy, yo vengo –como está escrito de
mí en el libro de la Ley- para hacer, Dios, tu voluntad» (Hb 10, 7). El «Aquí estoy» de Cristo es disponibilidad. Por eso, siguiéndole a
Él, queremos aprender a no escondernos, a no huir de los pedidos de amor, de
tiempo, de ternura y de servicio que nos hacen nuestros hermanos.
Lo
contrario a esta disponibilidad de Cristo es el esconderse de Adán y Eva luego
del primer pecado (cf. Gn 3, 10).
Esconderse en las excusas, en la comodidad, en la acedia o pereza espiritual
que no es otra cosa que el cansancio del amor.
La Anunciación. Paolo de Matteis, 1712. Óleo sobre tela. Saint Louis Art Museum, Saint Louis, Missouri, US. Wikimedia Commons. |
Finalmente,
llegar a ser compañeros y colaboradores de Cristo, implica hacer nuestro el sí
de María: «Que se haga en mí según tu
palabra» (Lc 1, 38). El sí de María
es un sí consciente; meditado, reflexionado y sereno. No hay apuros ni ansiedades
en su respuesta. El sí de María es un sí auténticamente libre. Libre de caprichos
y pretensiones. No hay en su respuesta segundas intenciones. El sí de María es un
sí fiel. Un sí que permanece desde la Anunciación
hasta la Cruz. En su sí “no hay amargas
quejas”[1]
o reclamos. Su sí permanece y es para siempre. Ella es coherente con ese sí, Ella
es la Virgo Fidelis.
También
nosotros queremos ser compañeros y colaboradores de Cristo como María.
Por
ello, al dar hoy nuestro «sí», imploramos de María, Mater Annuntiationis - Madre de la Anunciación:
“Adéntranos
profundamente en tu misión;
haz de nosotros servidores del Redentor.”[2] Amén.
[1] P.
JOSÉ KENTENICH, Hacia el Padre, estrofa
349.
[2] Cf. P.
JOSÉ KENTENICH, Hacia el Padre, estrofa
341.
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