Domingo
28° durante el año – Ciclo A
Mt 22, 1 – 14
Tercer
día del Novenario Tupãrenda 2020
Con María, Reina de la Salud,
descubrimos el Santuario Hogar como cuna de santidad.
Queridos
hermanos y hermanas:
¿Cómo comprender la parábola de hoy?
«El Reino de los Cielos se parece a un
rey que celebraba las bodas de su hijo» (Mt 22, 2).
Escuchemos lo que nos dicen los
estudiosos de la Sagrada Escritura.
En primer lugar nos dicen que probablemente el texto evangélico que hemos
escuchado hoy (Mt 22, 1 – 14) sea la
conjunción de dos parábolas. “Muchos opinan que san Mateo en 22, 11 – 14 ha
enlazado una corta parábola, que originalmente era independiente, con la
parábola más larga”[1],
que sería la que se encuentra en los versículos 1 – 10.
Esto es muy probable ya que “la
historia tiene dos partes y dos puntos culminantes. La primera parte concluye
con la invitación de los nuevos huéspedes en lugar de los que fueron invitados
en primer lugar (22, 10). La segunda parte tiene como punto culminante la
separación de un huésped sin traje de boda.”[2]
El otro dato importante que nos
entregan los exégetas es que el banquete nupcial del que trata la parábola, es
el banquete escatológico; tal como lo describe la primera lectura tomada de Isaías
25, 6 – 9.
Meditemos en la segunda parte del
texto evangélico, a partir de los versículos 11 – 14.
«El
traje de fiesta»
¿En qué consiste el traje de fiesta
que deben vestir los invitados? ¿Cómo es posible que alguien que ha sido
invitado en los «cruces de camino»
pueda tener consigo un traje de fiesta?
Recordemos que se trata de una
parábola y que esta versa sobre el banquete escatológico, es decir, el
encuentro definitivo con Dios al final del tiempo.
Por lo tanto, los que han sido invitados a las bodas, «buenos y malos», somos todos y cada uno de nosotros. Cada uno, en este tiempo, en su tiempo de vida, ha sido y es invitado a participar del banquete nupcial del Señor, a participar de su Iglesia. Todos estamos esa sala luminosa y festiva que es la Iglesia.
¿Hemos recibido un traje de fiesta
al entrar al banquete del Señor en la Iglesia? Sí, se trata del Bautismo. «Porque todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en Cristo Jesús,
porque habiendo sido bautizados en Cristo, han quedado revestidos de Cristo.»
(Gal 3, 26 – 27).
Dice san Gregorio Magno, citado por
Benedicto XVI: “Todos los fieles congregados en la Iglesia han recibido el
vestido nuevo del bautismo y de la fe; de lo contrario no estarían en la
Iglesia. Entonces, ¿qué les falta aún? ¿Qué vestido nupcial debe añadirse aún?”[3]
Gregorio Magno responde: “«el
vestido del amor». Y por desgracia, entre sus huéspedes, a los que había dado
el vestido nuevo, el vestido blanco del nuevo nacimiento, el rey encuentra
alguno que no llevaba el vestido color púrpura del amor a Dios y al prójimo”[4];
el vestido de la santidad de la vida diaria.
El
Santuario Hogar como cuna de santidad
Ahora comprendemos que “incluso los
fieles van hacia la separación definitiva. Aunque están invitados, es decir
aunque fueron llamados, aún no están definitivamente salvados.”[5]
Sin embargo no se trata de
atemorizarnos o de preguntarnos cuántos se salvarán, sino más bien de vivir
nuestra vocación bautismal de tal forma que seamos salvados, de tal forma que
seamos admitidos en la Eucaristía escatológica.
Y ese modo de vivir en medio de los «cruces de camino» de la vida es la
santidad. “En el fondo la santidad es vivir en unión con Jesús los misterios de
su vida. Consiste en asociarse a la muerte y resurrección del Señor de manera
única y personal, en morir y resucitar constantemente con él.”[6]
Y así, “todos estamos llamados a ser
santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones
de cada día, allí donde cada uno se encuentra.”[7]
En Alianza con María, dejemos “que
la gracia del Bautismo fructifique en un camino de santidad.”[8]
En Alianza con María, descubramos el
Santuario Hogar como cuna de santidad. Allí en lo cotidiano de nuestra vida.
Allí está Ella para enseñarnos a vivir toda nuestra vida unidos a Jesús. Allí
está Ella animándonos a comenzar siempre de nuevo. Allí está Ella despertando
el anhelo de nuestro corazón por una vida plena. Allí está Ella para que cada
día nos volvamos a revestir de Cristo y del traje de fiesta del amor a Dios, al
prójimo y a uno mismo.
En Alianza con María, Reina de la
Salud, descubramos cada Santuario Hogar, cada Rincón de Alianza, cada Nicho de
Oración familiar, como cuna de santidad.
Reina
de la Salud, ruega por nosotros.
Reina
de la Salud, cuenta con nosotros. Amén.
P. Oscar Iván Saldívar, I.Sch.
Rector del Santuario de Tupãrenda
11 de octubre de 2020
[1] W. TRILLING, El Evangelio según
san Mateo. Tomo Segundo (Herder, Barcelona 1980), 216.
[2] Ibídem
[3] BENEDICTO XVI, Homilía, Jueves
Santo 5 de abril de 2007 [en línea]. [fecha de
consulta: 11 de octubre de 2020]. Disponible en: <http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2007/documents/hf_ben-xvi_hom_20070405_messa-crismale.html>
[4] Ibídem
[5] W. TRILLING, El Evangelio según
san Mateo…, 221.
[6] PAPA FRANCISCO, Gaudete el Exsultate, 20.
[7] PAPA FRANCISCO, Gaudete el Exsultate, 14.
[8] PAPA FRANCISCO, Gaudete el Exsultate, 15.
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