Celebración
nacional en honor a
Nuestra
Señora de los Milagros de Caacupé
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Tupãsy Ka´akupe ára
“María, la Mujer Eucarística nos muestra el rostro de
Cristo”
Queridos
hermanos y hermanas:
Son relativamente pocos los pasajes
evangélicos que hablan de María: la anunciación, la visitación, el nacimiento
de Jesús y el episodio del niño Jesús
perdido y hallado en el Templo. Fuera de los relatos del nacimiento e
infancia del Señor podemos mencionar las
bodas de Caná y la presencia de María
al pie de la cruz de su hijo.
Son aún más escasos los textos
evangélicos en los que escuchamos no solamente hablar sobre María, sino en los
que María misma habla. Sin duda la presencia de María en los Evangelios es una
presencia silenciosa pero fuerte. Realmente se trata de una presencia maternal.
Sin embargo, María habla, y cuando
lo hace pronuncia palabras que brotan de un corazón que atesora cada momento vivido y lo medita a la luz de
la presencia de Dios en su vida (cf. Lc
2, 19. 51). Por ello, sus palabras y gestos, aunque escasos, son significativos
y han dejado huella en los Evangelios y en nuestra fe.
¿Qué nos dicen estas palabras y
gestos a nosotros hoy?
«El
ángel entró en su casa»
En este Tupãsy Ka´akupe ára tan particular y especial que estamos viviendo,
quisiera destacar el lugar donde –de acuerdo con el Evangelio- ocurre todo lo
relatado en el pasaje de la Anunciación:
«El ángel Gabriel fue enviado por Dios a
una ciudad de Galilea… a una virgen que estaba comprometida… el nombre de la
virgen era María. El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!,
llena de gracia, el Señor está contigo» (cf. Lc 1, 26 – 28).
«El
ángel entró en su casa». ¡Qué expresión más significativa en este tiempo de
pandemia! Precisamente cuando se nos pide renunciar a peregrinar
presencialmente a Caacupé, cuando se nos pide permanecer en nuestras casas
ayudando a cuidar la salud de todos, vemos al ángel de Dios hacerse presente en
una sencilla casa de Nazaret, vemos a María en lo cotidiano de su vida dialogar
llena de fe y lucidez con el enviado de Dios.
Sí, María nos enseña, nos educa, nos
inspira. Con sus gestos y palabras nos muestra que es posible un profundo,
íntimo y fructífero diálogo con el Dios vivo en medio de nuestra cotidianeidad,
en medio de nuestras casas, en medio de nuestras ocupaciones y preocupaciones,
en medio de nuestras alegrías y penas. Sí, allí él ángel de Dios vuelve a
acercarse a cada uno de nosotros y vuelve a decirnos: «¡Alégrate! El Señor está contigo».
Por ello la situación exigente que
estamos viviendo en este tiempo de pandemia no es un obstáculo para nuestra fe,
sino una oportunidad para madurar nuestra fe.
«¿Cómo
puede ser eso?»
Imagen Peregrina de la Virgen de los Milagros de Caacupé Iglesia Santa María de la Trinidad Santuario de Tupãrenda |
Tal vez, de forma similar a María, ante esta situación de pandemia que aparentemente ha traído tantas restricciones a las manifestaciones de nuestra fe, nos preguntemos: «¿Cómo puede ser eso?» (Lc 1, 34). ¿Cómo puede ser que maduremos nuestra fe en este tiempo tan exigente?
Y precisamente en la exigencia y en
el sacrificio maduran las personas, madura la fe. Es el testimonio de tantos
santos canonizados; y de tantos hombres y mujeres que hoy día se sacrifican a
sí mismos sirviendo silenciosa y alegremente a los demás. Es también nuestra
propia experiencia: podemos madurar en la adversidad.
Cuando las situaciones adversas
reducen o nos quitan la libertad exterior, entonces con mayor decisión debemos
esforzarnos por vivir y cultivar una auténtica libertad y vida interior. Y es
allí, en el interior de cada uno, en la interioridad, donde maduran la
personalidad y la fe.
Sí, hemos renunciado a la
peregrinación exterior para iniciar una auténtica peregrinación interior. Hemos
renunciado a la oración presencial en la Basílica de Caacupé para redescubrir
nuestros propios corazones como santuarios donde habita la Santísima Trinidad. Nos
privamos de ver el dulce rostro de la imagen de la Virgencita de Caacupé, para volver a tomar consciencia de que somos
creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn
1, 26 – 27).
«Que
se haga en mí según tu Palabra»
Sólo a través de este proceso de
maduración, sólo a través de esta auténtica peregrinación interior, seremos
capaces de acoger verdaderamente en nosotros la Palabra de Dios que se nos
dirige en cada Eucaristía, en cada situación y circunstancia de la vida, y
responder con y como María: «Yo soy la
servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra» (Lc 1, 38).
Con la auténtica decisión de acoger
y vivir la Palabra, comienza el camino de retorno hacia el compromiso
cotidiano. La peregrinación –tanto exterior como interior- es sólo el paso
inicial de un camino que dura toda la vida, el camino del compromiso cristiano,
de la vocación cristiana.
Comprendemos ahora cómo es posible
que María, Mujer Eucarística, nos muestre el rostro de Cristo. Más aún,
comprendemos que desde nuestro Bautismo y a lo largo de nuestra vida de fe, con
paciencia María va modelando en cada uno de nosotros el rostro y el corazón de
Cristo.
Por ello, en este día volvemos a
entregarnos totalmente a María, Tupãsy
Caacupé, y le pedimos: “cubre con tu manto protector a todo el pueblo
paraguayo”[1]
y enséñanos a peregrinar contigo a nuestro santuario corazón para desde allí
responderle a tu hijo Jesús: «que se haga
en mí según tu Palabra». Amén.
P. Oscar Iván Saldívar, I.Sch.
Rector del Santuario Tupãrenda – Schoenstatt
Solemnidad de la Inmaculada Concepción,
Fiesta de la Virgen de los Milagros de Caacupé
Iglesia Santa María de la Trinidad, Santuario de
Tupãrenda – 8/12/2020
[1] BASILICA SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LOS MILAGROS DE CAACUPE, Oración a la Virgen de Caacupé, Programa
de la Celebración Nacional en honor a la Virgen de los Milagros de Caacupé, año
2020.
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