Nuestra Señora del Pilar
¿Cómo vivimos el Capital
de Gracias?
Queridos hermanos y
hermanas,
querida Familia:
Este cuarto día de preparación a la fiesta del 18 de
octubre en Tupãrenda coincide con la memoria de Nuestra Señora del Pilar. “Según una antigua y venerada tradición,
la santísima Virgen María, se apareció en Zaragoza sobre una columna o pilar,
al apóstol Santiago, alentándolo en su evangelización por tierras españolas.
(…) Bajo su patrocinio, el 12 de octubre de 1492, se inició la evangelización de
América.”[1]
El recordar esta advocación mariana nos puede ayudar a
reflexionar hoy en torno a cómo vivimos
el capital de gracias.[2]
Así como María alentó a Santiago Apóstol en su labor
evangelizadora, Ella nos alienta hoy en nuestra labor evangelizadora: la labor
de ayudar a “que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la
tierra [para que] ninguna periferia se prive de su luz”[3];
la labor de colaborar, como aliados de María, en la construcción de nuestra
patria como Nación de Dios.[4]
Constancia en el amor
En la oración
colecta del día, le pedimos a Dios que por la intercesión de María nos
conceda “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el
amor.”[5]
Los aportes al capital de gracias de nuestra querida MTA
son una concreción de esta “constancia en el amor”, son una concreción de la
constancia en la Alianza de Amor.
Por la Alianza de Amor con María hacemos un intercambio
de corazones con Ella… Le entregamos nuestro corazón y Ella nos entrega el suyo. Entregar el corazón
significa entregar nuestra interioridad, nuestra historia personal y familiar,
nuestras alegrías y tristezas, nuestras capacidades y fragilidades. En suma,
entregar el corazón es entregar nuestro núcleo personal.
Y un corazón entregado se manifiesta en una vida
entregada. Cuando cada acto de nuestra vida lo hacemos con la intención de
hacerlo por amor a María, entonces vivimos nuestra Alianza, entonces nuestra
vida es “ofrenda permanente”[6]
a María, y con Ella a Dios.
Vivimos el capital de gracias como constancia en el amor,
como concreción de amor, como ofrenda de amor.
Amor orientado hacia la
evangelización
Nuestro amor a
María se orienta siempre hacia el apostolado, hacia la evangelización.
Esta labor sobre la propia personalidad se ofrece en el Santuario por la fecundidad de los apostolados que María
va suscitando. El capital de gracias por eso siempre es apostólico y comunitario.
Finalmente el aportar al capital de gracias de la Mater
con nuestros ofrecimientos es un estilo
de vida. La constancia en el amor a María hace que encarnemos estas
palabras del Hacia el Padre: “cuanto
soy y cuanto tengo te lo entrego como un regalo de amor” (Hacia el Padre 16).
Así, los aportes al capital de gracias no son actos
aislados a lo largo de nuestro día; el aportar la capital de gracias debe
llegar a convertirse en una constante actitud de vida, una actitud que marque
todo nuestro día. “Todo te lo entrego como un regalo de amor”.
Y entregándolo todo por amor descubrimos que somos
felices entregando nuestro corazón; somos felices no guardándonos sino dándonos;
somos felices escuchando la Palabra de Dios y practicándola en el amor (cf. Lc 11, 27-28).
Que María, la bienaventurada que escuchó la Palabra de Dios y la practicó, nos conceda ser constantes en el amor, ser constantes en ofrecerlo todo como un regalo de amor en el Santuario. Amén.
[1]
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, Misal
Romano Cotidiano. Versión castellana de la 3ª edición típica latina y los
Leccionarios I-IV (CEA – Oficina del Libro, Buenos Aires 2011), pág. 2242.
[2] Es
el tema del cuarto día de la Novena en preparación a la fiesta del 18 de
octubre en el Santuario de Tupãrenda.
[3]
PAPA FRANCISCO, Evengelii Gaudium
288.
[4] El
ideal nacional de la Familia de Schoenstatt en Paraguay es Nación de Dios, corazón de América.
[5] MISAL
ROMANO, oración colecta de la memoria
de Nuestra Señora del Pilar.
[6]
MISAL ROMANO, Plegaria Eucarística III.
[7] P.
LOCHER et al. (Editores), Kentenich
Reader, Tomo I. Encuentro con el Padre fundador (Editorial Nueva Patris
S.A., Chile 2011), págs. 140-146.
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