Viernes Santo de la Pasión
del Señor – Ciclo C
Acción litúrgica de la
Pasión del Señor
Jn
18, 1 – 19,42
El Kerygma cristiano
Queridos hermanos y
hermanas:
La Liturgia de
este Viernes Santo de la Pasión del Señor
centra nuestra atención en la cruz de Jesús; centra nuestra atención en la
Pasión y Muerte del Señor. El momento central de esta celebración está
constituido por la proclamación de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn 18, 1 – 19, 42).
El anuncio de la Pasión
Año tras año la Iglesia se pone a la escucha de este
relato. ¿Por qué lo hace?
En primer lugar porque la Pasión del Señor, que es
concreción de su amor «hasta el fin»
por nosotros (cf. Jn 13, 1), forma
parte del kerygma (κήρυγμα) cristiano, es decir, forma parte del
primer anuncio del Evangelio.
En la boca de la Iglesia “vuelve a resonar siempre el
primer anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está
vivo a tu lado cada día para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte». Cuando
a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al
comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo
superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que
volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a
anunciar de una forma o de otra a los largo”[1]
de la vida de los fieles cristianos y a lo largo del tiempo de la historia
humana.
Así la Liturgia
nos ayuda a dimensionar «la anchura y la
longitud, la altura y la profundidad» del amor de Cristo (cf. Ef 3, 18 – 19). Tan ancho y tan
profundo, tan abarcador y total es el amor de Cristo Jesús por nosotros, que
soportó la Pasión para que por sus heridas fuésemos sanados (cf. Is 53, 5).
En el huerto de Getsemaní, con su obediencia sana nuestra
desobediencia; atado a la columna, con su reciedumbre sana nuestra sensualidad
desordenada; coronado de espinas, con su mansedumbre sana nuestra arrogancia;
cargando la cruz, con su constancia en el sufrir, sana nuestra débil voluntad
de sacrificio; entregando su vida en la cruz, con su amor sana nuestro egoísmo
y nuestro pecado.
La muerte salvífica del
Señor
Comprendemos entonces por qué la Iglesia vuelve a escuchar
con atención y veneración la Pasión de su Señor. Se trata del anuncio primero y
fundamental: «Jesucristo te ama y dio su vida por ti; dio su vida para que
tengas vida y la tengas en abundancia» (cf. Jn
10, 10).
El Señor en el Calvario. Detalle. Raúl Berzosa. Guatemala, 2019. |
Porque acoger con fe este anuncio significa reconocer que
somos pequeños y frágiles, que estamos heridos por nuestro egoísmo y por
nuestros pecados, y que necesitamos sanación.
Sólo entonces experimentamos vitalmente lo que es la
redención: el ser liberados de nuestro egoísmo; el ser liberados de nuestra
pretensión de autosuficiencia; el ser liberados de nuestros pecados. Allí
comienza nuestra redención: creyendo en el sentido salvífico que Jesús le dio a
su muerte por nosotros; creyendo en el amor siempre fiel hasta el fin de Jesús.
Entonces comprendemos y experimentamos que “quien se confía al amor de Dios es
redimido.”[2]
Acojamos hoy este anuncio salvífico; acojámoslo en lo
profundo e íntimo de nuestro corazón: «Jesucristo me ama y dio su vida por mí».
Que este anuncio nos vaya sanando y liberando; y que la fuerza redentora de
este anuncio nos mueve a cooperar con Cristo para sanar y liberar a nuestros
hermanos.
A María, Mater
Dolorosa et Gloriosa – Madre Dolorosa y Gloriosa, que estuvo al pie de la
cruz y supo acoger en su corazón el
gesto redentor de su hijo (cf. Jn 19, 25 – 27), le pedimos que nos ayude a
aceptar en nuestra vida la salvación realizada en la cruz por Jesucristo,
Nuestro Señor. Amén.
[1]
PAPA FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 164.
[2] BENEDICTO
XVI, PAPA EMÉRITO, La Iglesia y el
escándalo del abuso sexual, III, 1 [en línea]. [fecha de consulta: 12 de abril de
2019]. Disponible en: <https://www.aciprensa.com/noticias/el-diagnostico-de-benedicto-xvi-sobre-la-iglesia-y-los-abusos-sexuales-35201>
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