La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

lunes, 14 de abril de 2014

¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (cf. Mt 21,9)

Domingo de Ramos 2014

¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (cf. Mt 21,9)

Toda la Cuaresma nos hemos preparado para esto: vivir la Semana Santa, vivir el misterio central de nuestra fe, la Pascua de Jesús, el Cristo. Domingo a domingo hemos caminado detrás de Jesús y ahora queremos acompañarlo en su entrada a Jerusalén, queremos vivir con Él la meta de su peregrinar: su entrega por amor. Nosotros queremos unirnos a su caminar, unirnos a su entrega… Éste es el sentido de la bendición y procesión de ramos.

Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió (Mt 21,10) 

Volvamos nuestra mirada al texto que hemos escuchado (Mt 21,1-11)[1]. A lo largo del evangelio, Jesús ha caminado, ha subido en peregrinación desde Galilea hasta Jerusalén.[2] Jesús sube a Jerusalén (cf. Lc 19,28), sube con sus discípulos y con hombres y mujeres que van uniéndose a Él en el camino… ¡Cuántos se han unido a Jesús y los suyos en el camino! ¡Cuántos se han puesto en camino con Él! Y ¡cuántos decidieron quedarse, dejar de caminar!

Además de los que caminan con el Señor, están también aquellos que se han enterado de su peregrinación y arribo recién en Jerusalén; como dice el texto: “Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es éste?»” (Mt 21,10). Son los que se sorprendieron, y tal vez incluso se asustaron ante esta entrada mesiánica de Jesús, pues no lo esperaban.[3]

¿Y nosotros? ¿Somos de los que venimos caminando con Jesús o de los que nos toma por sorpresa –desprevenidos- esta entrada del Señor, esta Semana Santa? ¿Cómo nos ha encontrado este Domingo de Ramos? ¿En camino, preparados; o, desprevenidos, indiferentes?

En camino. Si somos de los que están “en camino” con Jesús, en estos días santos debemos seguir dando pasos día a día detrás del Señor… Que cada paso que demos en estos días nos acerquen más a la entrega de Jesús… Con Él debemos aprender a entregar nuestras cruces, nuestros sufrimientos y dolores, para que unidos a su entrega se transformen en bendición, en resurrección… Pero también, con Jesús, debemos aprender a entregar a nuestros hermanos -a los que nos rodean- alegría, presencia, cercanía y ayuda. Que nuestra entrega se una a su entrega, nuestro amor a su amor, para poder resucitar con Él y renovar así nuestra vida.

Desprevenidos. Por el contrario, si este Domingo de Ramos nos toma por sorpresa, “desprevenidos”, más bien distraídos o atareados en tantas ocupaciones, ¡ánimo! Todavía podemos ponernos en camino detrás de Jesús. Él mismo nos dice: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga” (Lc 9,23). Se trata de tomar nuestra cruz cada día: nuestro cansancio, nuestras preocupaciones, incluso aquello que parece distraernos de esta Semana Santa… Tomar eso y seguir a Jesús… No esperemos la situación perfecta para ponernos en camino detrás de Jesús… Hagámoslo ahora, como estamos y como podamos.

Los cristianos somos caminantes, peregrinos… Estemos en la situación que estemos. Lo importante es caminar, si caemos, volvamos a ponernos en pie y caminemos… Siempre de nuevo podemos volver a empezar, siempre de nuevo podemos aprender a caminar. ¡No nos dejemos ganar por el desánimo que paraliza!

Queridos amigos, esta Semana Santa pongámonos en camino detrás de Jesús. ¡No estamos solos! La Iglesia entera se pone en camino y María –Madre de Jesús y Madre nuestra- está con nosotros, y muchos hermanos y hermanas nos esperan para poder cantar con nosotros: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”; ¡Benditos los que caminan con el Señor!


[1] Evangelio que se proclama en la “Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén”, luego de la bendición de los ramos. Durante la misa se proclama el texto de la Pasión del Señor.
[2] Cf. J. RATZINGER/BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección (Ediciones Encuentro, Madrid 2011), 11.
[3] Cf. Ídem, 18.

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