SANTA MARÍA MAGDALENA
¿A quién buscas?
“Durante la noche, busqué
al amado de mi alma” (Cant 3,1)
La Liturgia de la Palabra nos propone hoy el bello texto
del Cantar de los cantares para
describir el alma de santa María Magdalena, para describir su experiencia de
vida y dejarnos inspirar por ella.
“Durante la noche,
busqué al amado de mi alma” (Cant 3,1). Durante la noche… La noche es
oscuridad, silencio y soledad. La noche puede simbolizar también el temor y la
dificultad.
Muchas veces experimentamos la “noche del alma” en la
cual dejamos de sentir la claridad y calidez del fervor de la fe… A veces
nuestra alma se oscurece por dificultades que nos sobrevienen sin que las
busquemos o provoquemos. Otras veces, nuestra alma se oscurece por nuestro
propio pecado y egoísmo, perdiendo así la luminosidad de la alegría y de la
confianza.
Sin embargo, la esposa –el alma enamorada- busca a su
Amado, lo anhela aún en la oscuridad de la noche. Lo busca en medio de la noche
y de la oscuridad. Y aunque no lo encuentra fácilmente no se da por vencida: “¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y
recorreré la ciudad… …buscaré al amado de mi alma” (Cant 3,1b-2).
En nuestras
oscuridades, ¿buscamos nosotros a Jesucristo o nos dejamos ganar por el temor,
el desánimo y la tristeza?
La invitación que la Iglesia nos hace hoy al contemplar a
María Magdalena es justamente a buscar incansablemente a Jesús en nuestras
oscuridades y noches.
“Mujer, ¿por qué lloras?
¿A quién buscas?” (Jn 20,15a)
Y en ese desahogarnos, en ese derramar lágrimas en
presencia del Señor, nos vamos haciendo capaces de volver a escuchar a Jesús,
nuestro Amado (cf. Jn 20,16). En
medio de las lágrimas, en medio de nuestra oscuridad, Jesús nos vuelve a llamar
por nuestro nombre. Vuelve a recordarnos que nos ama personalmente y que su
misericordia transforma nuestras oscuridades en luz, nuestra noche en aurora de
resurrección.
Que María Magdalena nos anime a buscar incansablemente a
Jesús, y que la Mater implore para nosotros el amanecer de Cristo en nuestras
almas. Amén.
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