Domingo 5° del tiempo durante el año – Ciclo B – 2021
Mc 1, 29 – 39
«Se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar»
Queridos hermanos y hermanas:
En el
evangelio de hoy vemos a Jesús que «fue
con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés». Allí se encuentra con que «la suegra de Simón estaba en cama con
fiebre».
Jesús
realiza un sencillo gesto y con su presencia y contacto sana a la suegra de
Simón: «Él se acercó, la tomó de la mano
y la hizo levantar» (Mc 1, 31).
Cercanía, compañía y dignificación. Así podemos describir y sintetizar los
gestos y actitudes de Jesús. Gestos y actitudes que sanan, presencia que sana.
«Se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar»
La
suegra de Simón experimenta estos gestos y actitudes de Jesús, y así, ella
queda sanada e interiormente transformada. El texto nos dice que «entonces ella no tuvo más fiebre y se puso
a servirlos».
La curación de la suegra de Pedro John Bridges, 1839. Wikimedia Commons. |
La cercanía de Jesús, su compromiso con ella y su valoración, no solamente la han sanado de la fiebre que padecía sino que la han transformado interiormente. Por eso es ella se levanta, se pone en pie y sirve a aquellos que están a su alrededor.
Este
sencillo versículo del evangelio de Marcos encierra importantes enseñanzas para
nosotros. En primer lugar vuelve a recordarnos que la presencia de Jesús en nuestras
vidas nos sana y nos transforma.
Y en
segundo lugar, nos señala que somos sanados de nuestras dolencias físicas y
espirituales para servir a otros, para sanar a otros. Sanados para servir,
sanados para sanar. Somos dignificados para dignificar a nuestros hermanos.
Como dice san Pablo: «que nosotros
podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios» (1 Co 1, 4).
«Allí
estuvo orando»
Luego del episodio de la sanación de
la suegra de Simón, se nos dice que «Jesús
sanó a muchos enfermos (…) y expulsó a muchos demonios» (Mc 1, 34). Pero además se nos informa
que a la mañana siguiente, «antes de que
amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo
orando» (Mc, 1, 35).
Jesús es capaz de sanar las
enfermedades del cuerpo y de expulsar los demonios del corazón humano porque es
el Hijo de Dios y porque mantiene una íntima comunión con su Padre en la
oración. Así, Él trae a nuestra vida la presencia sanante y salvífica de Dios. “Las
curaciones demuestran que el reino de Dios, Dios mismo, está cerca. Jesucristo
vino para vencer el mal desde la raíz, y las curaciones son un anticipo de su
victoria, obtenida con su muerte y resurrección.”[1]
Además, nuevamente el Evangelio nos señala que lo que sana
nuestro cuerpo y nuestra alma, es decir, la totalidad de la persona humana, es
el contacto personal y auténtico con Dios. “Sólo gracias a ese encuentro con el
amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra
conciencia aislada y de la autorreferencialidad.”[2]
Ese contacto personal e íntimo que
se convierte en relación cotidiana y feliz amistad con Jesús se produce en la
oración que es diálogo diario, en la lectura atenta y orante del Evangelio y la celebración llena de fe
de los sacramentos. Allí Jesús nos toca. En esos espacios Él se acerca, nos
toma de la mano y nos levanta de la fiebre del egoísmo y el pecado.
«Para
eso he salido»
Y al ponernos en pie, al restaurar
nuestra salud, dignidad y alegría, Jesús nos capacita para servir a nuestros
hermanos y caminar con Él anunciando el Evangelio:
«vayamos a otra parte, a predicar
también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido» (Mc
1, 38).
Sí, para eso salimos con Jesús de la
fiebre del egoísmo, de la autorreferencialidad y del pecado; para vivir con Él
una vida nueva de servicio y anuncio, de alegría y plenitud.
Dejémonos tocar por las manos de
Jesús, dejémonos sanar por Él y animémonos a salir con Él hacia los demás con “la
alegría del Evangelio [que] llena
el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.[3]
A María, Salud de los enfermos y Madre que se pone en camino para servir
(cf. Lc 1, 39), le pedimos que nos
eduque y nos acompañe en este proceso de dejarnos sanar por el Señor y así
salir de nosotros mismos para caminar con Jesús hacia los demás. Amén.
P. Oscar Iván Saldívar, I.Sch.P.
[1] BENEDICTO XVI, Ángelus, domingo 5 de febrero de 2021 [en línea]. [fecha de consulta: 7 de febrero de 2021]. Disponible en: <https://www.deiverbum.org/homilias-ciclo-b_semana-05_tiempo-ordinario_dia-01-domingo/#Benedicto_XVI_papa>
[2] PAPA
FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 8.
[3] PAPA
FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 1.
No hay comentarios:
Publicar un comentario