La vida es camino

Creo que una buena imagen para comprender la vida es la del camino. Sí, la vida es un camino. Y vivir se trata de aprender a andar ese camino único y original que es la vida de cada uno.
Y si la vida es un camino -un camino lleno de paradojas- nuestra tarea de vida es simplemente aprender a caminar, aprender a vivir. Y como todo aprender, el vivir es también un proceso de vida.
Se trata entonces de aprender a caminar, aprender a dar nuestros propios pasos, a veces pequeños, otras veces más grandes. Se trata de aprender a caminar con otros, a veces aprender a esperarlos en el camino y otras veces dejarnos ayudar en el camino. Se trata de volver a levantarnos una y otra vez cuando nos caemos. Se trata de descubrir que este camino es una peregrinación con Jesucristo hacia el hogar, hacia el Padre.
Y la buena noticia es que si podemos aprender a caminar, entonces también podemos aprender a vivir, podemos aprender a amar... Podemos aprender a caminar con otros...
De eso se trata este espacio, de las paradojas del camino de la vida, del anhelo de aprender a caminar, aprender a vivir, aprender a amar. Caminemos juntos!

miércoles, 28 de marzo de 2018

«Los amó hasta el fin»


Misa vespertina de la Cena del Señor – Ciclo B

Jn 13, 1 – 15

«Los amó hasta el fin»

Queridos hermanos y hermanas:

            Como bien sabemos, con esta celebración de la Misa vespertina de la Cena del Señor iniciamos el Sagrado Triduo Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.

Como comunidad cristiana queremos revivir “en la misa in Cena Domini lo que sucedió durante la última Cena. En el Cenáculo el Redentor quiso anticipar el sacrificio de su vida en el Sacramento del pan y del vino convertidos en su Cuerpo y en su Sangre: anticipa su muerte, entrega libremente su vida, ofrece el don definitivo de sí mismo a la humanidad.”[1]

Así mismo “con el lavatorio de los pies se repite el gesto con el que él, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1) y dejó a los discípulos, como su distintivo, este acto de humildad, el amor hasta la muerte.”[2]

«Los amó hasta el fin»

            Precisamente, en la Liturgia de la Palabra hemos escuchado el texto evangélico que relata el lavatorio de los pies (Jn 13, 1 – 15), este pasaje, representa en el Evangelio según san Juan “algo así como el pórtico a la historia de la pasión”[3], por lo tanto, “lo que Juan quiere exponer a continuación no es una historia trivial que tuvo lugar alguna vez, sino la historia del amor cumplido.”[4]

            Volvamos a escuchar el inicio de este pasaje evangélico:

«Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.» (Jn 13, 1).

            ¿A qué se refiere el evangelista cuando dice «los amó hasta el fin»? Para responder a esta pregunta debemos recurrir al texto original griego, de modo que podamos comprender el sentido de la expresión y todas sus implicancias.

En el texto griego, «los amó hasta el fin» se escribe εἰς τέλος ἠγάπησεν αὐτούς (eis telos egapesen autous). La expresión griega εἰς τέλος puede traducirse al español no sólo como «hasta el fin», sino también como “hasta la consumación”[5].  Por lo tanto, el amor de Jesús por sus discípulos no se trata de un amor que llega a un fin o meta temporal, sino más bien, se trata de un amor que llega a una consumación plena.

Al celebrar esta Misa de la Cena del Señor volvemos a tomar conciencia de la envergadura del amor de Jesús; volvemos a tomar conciencia de la profundidad de los gestos que hoy realizamos y del sacramento que celebramos.

El amor de Jesús por sus discípulos –y por cada uno de nosotros- se manifiesta en el acto de servicio humilde y concreto que él realiza: «sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una tolla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.» (Jn 13, 3 – 5).

De la misma manera, sabemos por el testimonio del apóstol Pablo que «el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía”.» (1Cor 11, 23 – 25).

Ambas realidades, el gesto del servicio –que es enseñanza y ejemplo para los discípulos- como el sacramento del amor –don y presencia del Señor entre los suyos-, encuentran su consumación en la cruz: «Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota». Allí lo crucificaron. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.» (Jn 19, 17. 18a. 30).

«Todo se ha cumplido»

            En la Celebración de la Pasión del Señor durante el Viernes Santo, volveremos a ver “pender de la cruz al Redentor del mundo” y recordaremos que “hasta ese extremo lo llevó el ardiente apremio de su amor.”[6] Volveremos a contemplar que ese amor que Jesús ofreció y ofrece a los suyos se consuma, se cumple en la cruz.

            Cuando Jesús en la cruz dice: «Todo se ha cumplido» (Jn 19, 30), en el fondo está dando testimonio de que se ha cumplido, se ha consumado, su amor por toda la humanidad y por cada uno de nosotros. Y como su amor se consuma en la Pasión, ese amor alcanza su plenitud en la Resurrección. Y he aquí una enseñanza cristiana: el amor verdadero, el amor que quiere llegar a consumarse, a realizarse, debe pasar por la cruz para alcanzar la plenitud de la resurrección.

            En esta noche del amor hasta el fin queremos volver a tomar conciencia de tantos momentos en los que Jesús nos amó. Él nos amó en cada sacramento que hemos celebrado con fe. Nos amó en el Bautismo, donde nos eligió y nos hizo suyos. Nos amó en la Eucaristía donde se nos dio como alimento que nutre y transforma. Nos amó en la Reconciliación donde lavó nuestros corazones y nos regaló la alegría luminosa de su perdón. Nos amó y nos ama a través de tantas personas que nos hacen el bien. Y así, cada uno puede tomar conciencia y hacer memoria de tanto amor.

            Pero sobre todo, en esta noche descubrimos que cada gesto de amor que hemos recibido, contiene una promesa que se cumplirá: es un amor que llegará hasta el fin, hasta consumarse plenamente. En cada gesto de amor Jesús nos dice: “Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la llevará a término.”[7] Él llevará a término -a pleno cumplimiento- su amor por cada uno de nosotros.

«Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes»

           
Lavatorio de los pies.
Iglesia Santa María de la Trinidad,
Santuario de Tuparenda. 
Y con esta esperanza, la esperanza del amor hasta el fin, podemos también nosotros amar. Si hemos recibido el amor de Dios en Cristo Jesús entonces también nosotros podemos amar. De hecho, es lo que Jesús nos vuelve a decir a cada uno de nosotros en esta noche: «Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes» (Jn 13, 15).

            Cuando el amor concreto a los demás se haga difícil, y estemos tentados a dejar de amar, a dejar de perdonar, a dejar de volver a empezar; recordemos que el amor de Jesús no se quedó a medio camino, el amor de Jesús, el amor con el cual él nos ama, llegó hasta el fin y se consumó en la cruz para hacerse pleno en la resurrección. También nosotros queremos aprender a amar hasta el fin.


            A María, Madre del amor hasta el fin, le pedimos que nos conceda acompañar a su hijo Jesús durante el Sagrado Triduo Pascual, de modo que adentrándonos en el Misterio Pascual aprendamos a perseverar en el amor como Cristo, que nos «amó hasta el fin». Amén.



[1] BENEDICTO XVI, Audiencia general, miércoles 4 de abril de 2007 [en línea]. [fecha de consulta: 28 de marzo de 2018]. Disponible en: < http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2007/documents/hf_ben-xvi_aud_20070404.html>
[2] Ibídem
[3] J. BLANK, El Evangelio según san Juan. Tomo segundo (Editorial Herder, Barcelona 1984), 34.
[4] Ibídem
[5] Cf. J. BLANK, El Evangelio según san Juan. Tomo segundo (Editorial Herder, Barcelona 1984), 34.
[6] Cf. J. KENTENICH, Hacia el Padre 350.
[7] PONTIFICAL ROMANO, Rito de la ordenación del presbítero, Promesa del elegido.

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